Ciencia y esperanza: la metformina, un medicamento que retrasaría el envejecimiento
Edición Impresa | 11 de Mayo de 2025 | 07:03

Por estos días, en un laboratorio de los Estados Unidos, un grupo de investigadores estudia con entusiasmo los tejidos de unos monos cynomolgus, una especie que por lo general no atrae demasiada atención fuera del ámbito científico. Pero en este caso, lo que tienen frente a sus ojos podría cambiar la forma en que entendemos el paso del tiempo en nuestros cuerpos. Esos monos, tratados durante poco más de tres años con una droga conocida y económica —la metformina—, parecen haber rejuvenecido. No físicamente, no de forma visible, pero sí en sus marcadores biológicos: sus corazones, sus cerebros y hasta sus riñones mostraron una edad molecular más joven de la que les correspondería. Para algunos especialistas, esto es una pista de que podríamos estar ante algo mucho más grande que un simple medicamento para la diabetes: la posibilidad de frenar el envejecimiento.
La metformina es un viejo conocido. Se utiliza desde hace más de sesenta años para tratar la diabetes tipo 2, y millones de personas en el mundo la toman a diario sin demasiado aspaviento. Su bajo costo, su eficacia y su bajo perfil de efectos adversos la volvieron un estándar en el tratamiento de la resistencia a la insulina. Pero lo que en los últimos años comenzó a emerger —primero tímidamente, y luego con mayor insistencia— es que este fármaco podría hacer algo más que controlar la glucosa. Podría proteger nuestras células del desgaste del tiempo, prevenir enfermedades crónicas propias de la vejez y, en definitiva, prolongar el período de vida saludable.
Claro que no se trata de una poción mágica ni de una cura para la mortalidad. Pero los indicios que la ciencia va acumulando generan entusiasmo. En modelos animales, desde gusanos hasta ratones, la metformina prolongó la vida útil, mejoró la salud metabólica y redujo el estrés oxidativo. Incluso en esos monos de laboratorio, los biomarcadores de envejecimiento se “rejuvenecieron” tras unos años de tratamiento. Y en humanos, aunque los datos son más limitados y provienen sobre todo de observaciones indirectas, también hay señales: pacientes diabéticos que toman metformina suelen vivir más y tener menor incidencia de cáncer y enfermedades cardiovasculares que quienes no la toman, e incluso que personas sanas que no tienen diabetes.
Algunas personas podrían complementar una mejor calidad de vida con este fármaco / Freepik
¿Es esto suficiente para afirmar que la metformina es un fármaco antienvejecimiento? No, todavía no. Pero es lo bastante sólido como para que se haya puesto en marcha un ensayo clínico ambicioso, el TAME (Targeting Aging with Metformin), que buscará comprobar si este medicamento puede retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con la edad en personas sanas mayores de 65 años. La idea detrás del TAME es audaz: tratar el envejecimiento como una enfermedad en sí misma, una raíz común a múltiples dolencias crónicas. Si la metformina logra ralentizar ese proceso, podríamos estar ante un cambio de paradigma en la medicina preventiva.
Pero más allá de la épica científica, lo interesante es que la metformina desafía también la lógica de las grandes farmacéuticas. No se trata de una nueva molécula que una empresa podría patentar y vender a precios exorbitantes. Es una droga conocida, genérica, al alcance de muchos. Por eso, algunos especialistas advierten que su potencial antienvejecimiento no ha recibido toda la atención (ni el financiamiento) que merece. No hay un negocio millonario detrás. Y, sin embargo, la posibilidad de que una pastilla barata extienda los años de vida en buen estado de salud es algo que, en un mundo que envejece aceleradamente, no puede ni debe ser ignorado.
Los mecanismos por los cuales la metformina podría tener estos efectos son múltiples y complejos. Se sabe que activa una proteína llamada AMPK, que funciona como un sensor energético celular y que, al activarse, promueve procesos protectores como la autofagia —una suerte de limpieza interna de residuos celulares— y reduce la inflamación crónica. También inhibe la vía mTOR, involucrada en el crecimiento celular descontrolado, y modula la señalización de la insulina y del IGF-1, factores relacionados con el envejecimiento y el cáncer. Además, disminuye el estrés oxidativo al actuar sobre las mitocondrias, y algunos estudios sugieren que incluso podría tener efectos epigenéticos, modificando la expresión de genes clave en la longevidad.
Por ahora, todo esto pertenece al terreno de las hipótesis respaldadas por estudios preliminares. La metformina no ha sido aprobada por ninguna agencia regulatoria como un fármaco antienvejecimiento, y los ensayos clínicos están recién comenzando. Pero hay algo seductor en la idea de que la ciencia esté buscando no solo curar enfermedades cuando ya aparecen, sino prevenirlas desde la raíz, interviniendo sobre el proceso biológico más universal que existe: el paso del tiempo.
En un mundo obsesionado con la juventud, tal vez haya algo de alivio en pensar que el futuro de la longevidad no está en carísimas terapias genéticas ni en tecnologías futuristas, sino en una pequeña pastilla blanca que ya conocemos, que cuesta pocos pesos y que, tal vez, nos ayude a envejecer un poco mejor. Aunque todavía falte mucha investigación por delante, la metformina se convirtió, para muchos investigadores, en la punta de lanza de una nueva forma de pensar la salud en la vejez. Y en tiempos en los que el envejecimiento parece una sentencia inexorable, esa posibilidad, al menos, vale la pena ser explorada.
El envejecimiento es un tema que obsesiona a los adultos / Freepik
1 REDUCCIÓN DEL RIESGO DE ENFERMEDADES ASOCIADAS A LA EDAD: estudios observacionales mostraron que personas diabéticas tratadas con metformina vivieron más tiempo y tuvieron menor incidencia de enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, en comparación incluso con personas no diabéticas.
2 EFECTOS CELULARES ANTIENVEJECIMIENTO COMPROBADOS: en modelos animales y estudios celulares, la metformina demostró la capacidad de reducir la senescencia celular, mejorar la autofagia (el reciclaje de componentes celulares dañados) y aumentar la longevidad, especialmente a través de la activación de AMPK y la inhibición de mTOR.
3 POTENCIAL DE PROLONGAR LA SALUD EN HUMANOS: el ensayo clínico TAME, aprobado por la FDA y respaldado por prestigiosos investigadores en EE.UU., es el primer intento serio de estudiar un medicamento como intervención directa contra el envejecimiento en humanos, con el objetivo de prolongar el período de vida saludable, no solo la longevidad.
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