Reparos a la hora de trabajar sobre una piel con menos colágeno y elastina
Edición Impresa | 18 de Mayo de 2025 | 05:22

Con el paso de los años “la piel sufre cambios”, reconoce Mariano Salvarreyes, “es más fina y tiene menos colágeno, pero con los recaudos suficientes los resultados son sorprendentes”. Pone como ejemplo el caso de un cliente de 62 años que se tatuó por primera vez a los 61 y “es increíble cómo le cura, sin cáscaras”. Arrancó con un león en el muslo, antes de avanzar en el pecho y un hombro con un tigre y la selva.
Según Mariano, los diseños que elige este tipo de cliente no son muy diferentes a los que piden los más jóvenes: “Se ha homogeneizado”, asegura.
Martín Comoglio coincide en que el cuidado “tiene que ser del tatuador, más que del tatuado”, porque “los reparos son al momento de la intervención, para dañar lo menos posible una piel que es más frágil que la de alguien joven. Terminado el procedimiento, los cuidados son los mismos”.
El objetivo, dicen, es “no tirar una línea demasiado profundo para cuidar que la tinta no se distribuya de más”.
“La distancia entre dermis y epidermis es menor”, detalla Martín, que prefiere ir “de menos a más”.
En personas de más de 60 o 70 años, Comoglio es cuidadoso a la hora de elegir la zona a tatuar, para encontrar “la menor cantidad de inconvenientes posibles”.
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