Tras robar, volvió a buscar algo que había olvidado

Edición Impresa

La tranquilidad habitual de los domingos se vio abruptamente interrumpida en la zona de calle 43 entre 9 y 10 por un episodio delictivo, que pone en el centro del debate la creciente vulnerabilidad de los adultos mayores frente a la delincuencia. Una mujer de 68 años, jubilada y residente de la zona desde hace décadas, fue víctima de un robo en su propia vivienda, a plena luz del día.

El reloj marcaba aproximadamente las 13.00 cuando la víctima, desde el interior de su casa, escuchó un golpe proveniente del exterior. Al salir a la vereda, se encontró con una escena inquietante: un hombre joven, descalzo, con medias negras, cargaba una mochila de tela negra a la espalda y sostenía un par de zapatillas beige en sus manos. Vestido con ropas oscuras, mantenía una conversación con la dueña de la verdulería ubicada en la esquina de 10 y 43. El sujeto, al advertir la presencia de la vecina, intentó entablar diálogo con ella, pero la mujer -desconfiada- optó por ignorarlo y regresar a su casa.

Minutos después, un estruendo volvió a alertarla. Esta vez, desde el interior de su propia vivienda. La mujer descendió rápidamente por la escalera y se dirigió al garaje. Para su espanto, encontró al mismo individuo dentro de su casa, que ya había reunido algunas herramientas de valor: una soldadora portátil, pinzas de todo tipo, cortafierros, una maza, llaves diversas y electrodos para soldar, todos envueltos en un paño.

El delincuente, al verse descubierto, escapó ágilmente por el portón del garaje, que había dañado previamente para ingresar. En su huida, olvidó en la vereda la mochila con la que andaba. Poco le importó la posibilidad de que pudieran atraparlo. A los pocos minutos el sujeto regresó como si nada hubiese pasado con el objetivo de recuperar sus pertenencias. Ante la mirada perpleja de la víctima que observó todo desde su ventana, tomó sus cosas y se esfumó sin dejar más rastro.

Cuando volvió ya no tenía nada en su poder. Se presume que lo pudo haber escondido en algún recoveco para recuperar sus objetos personales. El hecho reaviva la preocupación por una problemática que parece no tener freno: los adultos mayores siguen siendo objetivos predilectos para los delincuentes. Su aparente fragilidad, la confianza en las rutinas del barrio y la falta de reacción rápida los convierten en blancos fáciles en un escenario urbano donde la prevención parece no alcanzar.

robo
centro platense
calle 43 entre 9 y 10

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE