Escobas, flores y aplausos: emocionante homenaje de los juveniles de Estudiantes a Juan Ramón Verón

Sergio Pomares

La mañana del sábado en el Country Club de City Bell no fue una más. Bajo un cielo despejado, diáfano, y con el rumor del viento acariciando las ramas de los eucaliptos, las juveniles de Estudiantes de La Plata saltaron al campo con el corazón en alto y un homenaje cargado de emoción durante esta fecha ante Defensa y Justicia. Fue una jornada que trascendió al fútbol: fue memoria, fue identidad y fue amor eterno hacia una leyenda que ya es inmortal.

Juan Ramón Verón, la Bruja, ídolo absoluto del Pincha y símbolo eterno del ADN albirrojo, fue recordado en su casa a cuatro días de su fallecimiento, entre los suyos: los chicos de las inferiores, quienes representan el futuro del club que él ayudó a forjar con su fútbol, su temple y su legado.

Desde bien temprano, las categorías formativas que enfrentaron a Defensa y Justicia prepararon un homenaje conmovedor. Cada equipo ingresó al campo con escobas, flores en mano y banderas de fondo en los alambrados. No fueron solo un símbolo: fueron una declaración de principios, un guiño al estilo combativo, místico y ganador que Juan Ramón encarnó.

En silencio, pero con la emoción latiendo fuerte en cada rincón del predio, los chicos de la Cuarta División formaron en fila recta para honrar al astro que alguna vez deslumbró en la Copa Libertadores, que dejó su huella imborrable en Old Trafford con aquel gol histórico, y que luego dedicó su vida al club desde múltiples roles.

El homenaje no fue una postal aislada, fue una representación viva del legado de Juan Ramón. Porque en esos juveniles que se formaron bajo su mirada, en el predio Mariano Mangano donde él siempre se acercaba a dar un consejo, está la semilla de su enseñanza: humildad, esfuerzo y pertenencia.

Muchos de los entrenadores que estuvieron presentes fueron formados o inspirados por la Bruja. Y muchos de los chicos que enfrentaron a Defensa lo vieron más de una vez en la tribuna del predio, alentando o conversando con el mismo fervor con el que jugaba.

Montiel; Fabi, Filippini, Fernández, Georgieff; Landriel, Benítez, Spalletta, Serrano; Sagües Barreiro y Contrera, los pibes de la Cuarta de Leandro Testa, encabezaron el primer homenaje. Luego fue el turno de la Quinta y posteriormente la Sexta.

Juan Ramón Verón ya no está físicamente, pero sigue entre las camisas rojas con bastones blancos, en cada escudo besado, en cada nene que sueña con debutar en UNO. Su figura, ahora leyenda, se agiganta en cada historia contada, en cada gol celebrado como en los tiempos dorados.

La mañana en City Bell fue, sin dudas, un acto de amor puro. Un club abrazando a uno de los suyos. Unos chicos comprendiendo que ser parte de Estudiantes es más que jugar bien: es entender el valor de quienes construyeron la historia. Y es, también, prometer que esa historia jamás será olvidada.

La Bruja vive en cada escoba que se levantó al cielo, en cada flor que cayó sobre el césped, en cada mirada que se alzó al cielo para decir: "Tu legado permanecerá intacto en el corazón del Country Club, por sentido de pertenencia y por el recuerdo de tantas mañanas acompañándonos siempre".

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