Otra renuncia, reuniones y mucho por resolver camino al cónclave
Edición Impresa | 4 de Mayo de 2025 | 02:57

“Si me eligen, huyo a Sicilia”. A cuatro días de que empiece la elección del futuro Papa, el cardenal español Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, tiró la toalla.
“No tengo absolutamente ninguna ambición. Nunca me podría imaginar en ese papel”, afirmó López Romero.
Una actitud extraña, pese a que el cardenal de 72 años y con unas ideas muy parecidas a las de Francisco no figura entre los favoritos, y más aún porque, en general, reina la discreción y no hay declaraciones públicas sobre quién puede ser el futuro Papa.
Pero, para este prelado emblemático de las queridas “periferias” de Francisco, el papado no tiene ningún atractivo: “Quienes lo desean están movidos por la sed de poder”, apuntó.
Camino al inicio del cónclave, el miércoles, prevalece el máximo suspenso sobre quién ocupará el trono de San Pedro. Ayer, los cardenales se reunieron por novena vez en “congregación general”. Un total de 177 prelados estuvieron presentes, indicó Matteo Bruni, director de la oficina de prensa del Vaticano.
Hoy, día de misa, no habrá ninguna reunión. Mañana, se reunirán dos congregaciones generales. En estas reuniones, que se celebran en la sala Pablo VI del Vaticano, cardenales electores y no electores debaten sobre los temas prioritarios de la Iglesia.
Pero, para el orador, también suponen una oportunidad de mostrarse convincente o de trazar a grandes rasgos cuál sería el perfil ideal del próximo Papa.
¿Seguirá el próximo sumo pontífice la línea marcada por Francisco, reformista y sin pelos en la lengua? “Reconocemos lo que hizo, pero ningún papa es perfecto, nadie puede hacerlo todo”, comentó el arzobispo de Singapur, William Seng Chye Goh.
El arzobispo de Argel, Jean Paul Vesco, considerado progresista, expresó por su parte que “espera profundamente” un futuro papa en la continuidad de Francisco, quien “fue como el padre del hijo pródigo, que abre de par en par sus brazos y su corazón. Eso es lo que esperamos de un Santo Padre”.
Pero antes de esta votación histórica, uno “no se siente preparado, por supuesto que no”.
“Debemos descubrir a aquel que el Señor ya ha elegido”, añadió. “Habríamos necesitado mucho más tiempo de oración conjunta, pero estoy seguro de que, en el momento adecuado, estaremos listos y daremos a la Iglesia el papa que el Señor quiere”, subrayó.
La elección se hará a puertas cerradas, en la capilla Sixtina, donde se encerrarán los 133 cardenales electores, que deben tener menos de 80 años, hasta que algún nombre recabe una mayoría de dos tercios. Entonces, un humo blanco saldrá de la chimenea colocada en el tejado de la capilla.
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