Explosiones y alarmas: el angustiante día a día de un platense en plena guerra en Israel
Edición Impresa | 19 de Junio de 2025 | 02:06

“Nos avisan por una aplicación sobre la posible caída de misiles, porque los detectan desde que los están preparando para lanzarlos. Cuando eso pasa, nos llega una advertencia al teléfono. Y una vez lanzados los misiles, tenemos entre 10 y 12 minutos para llegar al refugio”.
Alberto Meschiany vive en Tel Aviv desde hace años. Es platense, psicólogo clínico y actual director del Servicio de Asistencia Psicológica de la Universidad de Tel Aviv. Su testimonio ilustra el drama cotidiano que viven miles de personas en Israel desde el inicio de la nueva escalada bélica con Irán, que ha dejado víctimas civiles, edificios destruidos y una sensación generalizada de vulnerabilidad, incluso en las grandes ciudades.
En diálogo con La Redonda 100.3, Meschiany narró con claridad el mecanismo que permite a los ciudadanos prepararse ante un eventual ataque: desde las notificaciones automáticas en sus teléfonos celulares hasta el breve lapso disponible para encontrar resguardo en los refugios, que muchas veces no alcanzan.
“Cuando todo termina, nos avisan nuevamente que ya podemos salir. Y cada uno vuelve a lo suyo como puede”, resume el psicólogo, marcando la resignación con la que la población lidia con el peligro.
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UNA RULETA DIARIA
Desde su casa, ubicada en un barrio de los suburbios de Tel Aviv, Meschiany explica que el clima social está atravesado por una mezcla de miedo, cansancio e incertidumbre. “Es una especie de ruleta. Vivimos pendientes de si van a sonar o no las sirenas. La situación es así a cualquier hora. Hay noches enteras sin dormir. Es un desgaste constante”, relata.
La situación no solo afecta las rutinas individuales, sino que impacta en la salud mental colectiva. En ese sentido, el profesional no solo vive el conflicto, también lo trabaja. “Tratamos de ayudar a quienes están más afectados. Gente muy estresada, deprimida, que no sabe cómo manejarse en sus hogares. Hay niños a los que hay que explicarles qué está pasando cada vez que suena una alarma. Es complicado. Hemos vivido situaciones tensas antes, pero como esta, creo que no. La gente tiene miedo”, afirma.
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REFUGIOS Y DESIGUALDADES
En los últimos años, el Estado israelí ha implementado normativas para reforzar la seguridad estructural de las viviendas. “Se obligó a los constructores a incluir un cuarto de hormigón, con puertas y ventanas de hierro. Protege contra las ondas expansivas, pero no ante impactos directos”, detalla Meschiany.
Sin embargo, no todas las viviendas están preparadas. En los barrios más antiguos, muchos edificios no cuentan con estas medidas y los vecinos se organizan como pueden: “Se arman refugios comunitarios bajo tierra y hay gente que duerme en estaciones del subte que acaban de construir. Pero si el misil cae directo, como ya ha pasado, lamentablemente nada alcanza para protegerse”, advierte.
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UNA GUERRA QUE EXPONE A LOS CIVILES
El domingo pasado, un misil iraní impactó contra un edificio de diez pisos, causando al menos ocho muertes y dejando a decenas de personas atrapadas entre los escombros. A pesar de los sistemas de defensa israelíes -como la Cúpula de Hierro-, no todos los ataques pueden ser interceptados.
“Hay bases militares cerca de las ciudades y esos parecen ser los objetivos. Pero los misiles son inexactos. A veces caen en zonas residenciales. Un paciente me contó que por la caída de un proyectil a 200 metros volaron todas las puertas y ventanas de su casa. En la mía, cada vez que hay una explosión, tiembla todo”, señala el psicólogo.
Meschiany también cuestiona las versiones oficiales: “No sé si apuntan directamente a civiles, como dice el gobierno. Puede ser que busquen objetivos militares y fallen. Pero el riesgo para nosotros está siempre presente.”
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ENTRE LA VOCACIÓN Y LA SUPERVIVENCIA
A pesar del contexto bélico, Meschiany continúa con su labor en la universidad, donde coordina equipos que brindan asistencia psicológica a estudiantes, docentes y ciudadanos. “Es duro, pero también es importante estar presente. Nuestra tarea es dar contención en un momento donde el miedo es transversal, incluso para quienes estamos acostumbrados a situaciones de tensión”, afirma.
Mientras tanto, la vida continúa bajo un estado de alerta permanente, con aplicaciones que avisan cuándo correr y refugiarse, y con la esperanza de que, el misil que viene, no dé en el blanco.
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