Conocer Europa en tren
Edición Impresa | 29 de Junio de 2025 | 03:29

Viajar por Europa en tren no es solo una forma de moverse: es, para muchos, otra manera de experimentar el paisaje. Atravesar paisajes alpinos, cruzar fronteras sin controles, dormir en camarotes móviles o ver el amanecer desde una estación medieval, es parte del imaginario que fascina tanto a mochileros de veinte años como a jubilados nostálgicos. En tiempos en los que los vuelos low cost dominan el mapa, el ferrocarril europeo sigue marcando una diferencia por su confort, eficiencia y, sobre todo, la experiencia que propone al pasajero. Claro que no es lo mismo comprar pasajes sueltos para trayectos puntuales que apostar por un pase global. La diferencia entre ambas modalidades no es solo de precio, sino también de estilo de viaje.
El Eurail Global Pass es el más conocido entre los viajeros no europeos. Con él se pueden recorrer hasta 33 países utilizando más de 40 mil kilómetros de vías, conectando desde la bruma de Escocia hasta los trenes que cruzan en ferry hacia Sicilia. El pase para siete días de viaje dentro de un mes ronda los 500 a 600 dólares en segunda clase y puede trepar hasta los 800 o más en primera. Claro que ese precio no incluye las reservas obligatorias para trenes rápidos o nocturnos, que suelen sumar entre 10 y 40 dólares por tramo.
Paisajes urbanos con el colorido de las casas de barrios residenciales / Web
Muchos viajeros que probaron esta fórmula sostienen que sí, sobre todo si el itinerario incluye recorridos largos o países con trenes caros como Francia o Suiza. Quienes usan el pase para hacer ocho trayectos entre seis ciudades europeas calculan un gasto 800 dólares incluyendo reservas, pero que esos mismos viajes hubieran costado 975 si los compraba por separado.
Para quienes tienen en mente rutas específicas, comprar los pasajes punto a punto puede ser más conveniente. Por ejemplo, un tramo París–Londres en el Eurostar puede conseguirse por unos 52 dólares si se reserva con anticipación. París–Ámsterdam puede rondar los 41, mientras que un Bruselas–Colonia cuesta desde 22 dólares. Ahora bien, hay que tener en cuenta que esas tarifas son promocionales y se agotan rápido: la ventana ideal para comprar es entre 2 y 3 meses antes. Otro factor a considerar es que muchas rutas populares no requieren reserva si uno opta por trenes regionales más lentos, lo que puede hacer aún más accesible el viaje para los que priorizan el ahorro sobre la velocidad.
Un paseo por las montañas / Web
Más allá de los números, lo que enamora del tren es su romanticismo y su capacidad para conectar con lo esencial del viaje: mirar por la ventanilla sin la tiranía del cinturón de seguridad, recorrer pasillos amplios, comer con cubiertos de verdad o leer un libro en silencio sin interferencias. Además, algunos trayectos ofrecen algo más: experiencias inolvidables como cruzar los Alpes, bordear lagos suizos o incluso subir el tren a un ferry, como ocurre en la ruta de Milán a Palermo, donde el vagón entero se embarca para cruzar el estrecho de Messina hacia Sicilia. Ese trayecto, poco conocido, suma a la travesía la emoción de una maniobra que se creía extinta en la era de los aviones.
Quienes deseen aventurarse en un recorrido largo y variado pueden optar por un itinerario clásico como Londres–París–Bruselas–Ámsterdam–Berlín. Otro muy buscado es el circuito alpino, que une Italia con Austria y Suiza, ideal para quienes buscan paisajes nevados, arquitectura barroca y chocolate caliente. También hay propuestas invernales específicas, como las rutas entre el Reino Unido y Alemania, con paradas en pueblos navideños, bosques helados y castillos iluminados. En todos los casos, se recomienda usar aplicaciones como Trainline u Omio para comparar horarios y precios, además de tener en cuenta que muchos países permiten reservar los trenes incluidos en el pase desde plataformas online sin costo adicional.
Los viajes en tren ofrecen vistas de ensueño para registrar con los celulares / Freepik
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