Salud oculta: Joaquín Furriel padece la enfermedad de Gilbert, un trastorno hepático que exige cuidado extremo

Joaquín Furriel atraviesa uno de los momentos más intensos de su carrera actoral. Cada función de La verdadera historia de Ricardo III lo enfrenta a un desafío físico y mental enorme.

Pero detrás de esa exigencia profesional, Furriel convive desde joven con una exigente condición: la enfermedad de Gilbert, un trastorno hepático que lo obliga a prestar especial atención a sus rutinas y alimentación  

Lo cierto es que, la enfermedad de Gilbert es una alteración genética que afecta el procesamiento de la bilirrubina en el hígado.

Así, quienes la padecen presentan niveles de bilirrubina más altos de lo normal, lo que puede derivar en episodios de ictericia leve, especialmente en situaciones de estrés, ayuno prolongado o esfuerzo físico intenso. Requiere cuidados constantes y un conocimiento profundo del propio cuerpo, algo que Joaquín Furriel aprendió desde los 16 años. 

El actor, conocido por su disciplina y profesionalismo, reveló que su conciencia alimentaria nació justamente a partir de esta condición. Gracias a ella, se acostumbró a planificar su dieta, evitar alimentos que puedan sobrecargar el hígado y sostener un estilo de vida ordenado. 

Por otra parte, además de cuidar lo que come, Joaquín Furriel mantiene una rutina de entrenamiento rigurosa. Nadar, hacer ejercicios aeróbicos y pasar horas en el gimnasio forman parte de un cronograma que combina lo deportivo con la actuación. No es casual que se defina a sí mismo como un “actor de élite”, que cuida su cuerpo como un atleta para rendir al máximo sobre el escenario. 

La dedicación de Furriel también se refleja en su forma de trabajar la voz. Cada detalle importa: desde nebulizadores con solución fisiológica para mantener hidratadas las cuerdas vocales hasta sesiones semanales con su entrenadora vocal para pulir registros y protegerse de la fatiga.

Esa misma rigurosidad explica que, tras sufrir un ACV a los 40 años, haya reforzado aún más su disciplina para seguir creando sin miedo. Ahora, a los 50, el actor celebra cada función como un logro: un gesto de entrega a su vida y a su arte.

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