Hallan “sexto sentido” que ayuda a regular el apetito
Edición Impresa | 25 de Julio de 2025 | 01:33

Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, y publicado en la revista Nature, postula la existencia de una especie de “sexto sentido” oculto, ubicado en el intestino, que permitiría una comunicación en tiempo real entre el cerebro y el microbioma (ecosistema de microorganismos presente en el intestino).
Los investigadores postulan que, en principio, este sexto sentido serviría para percibir lo que pasa en el entorno intestinal, detectar nutrientes y orientar decisiones sobre el apetito. Pero las hipótesis a investigar van más allá: podría ser una plataforma para entender en profundidad cómo el intestino detecta los microbios, cómo estos influyen en el comportamiento, ya sea hábitos alimentarios como estados de ánimo y la forma en que el cerebro podría moldear el microbioma.
Según explican los autores del trabajo, en el interior del colon, unas células sensoriales que reciben el nombre de neurópodos detectan señales de proteínas bacterianas y transmiten mensajes en tiempo real al cerebro, regulando el apetito. El hallazgo fue realizado por los neurocientíficos Diego Bohórquez y M. Maya Kaelberer y se refiere a un posible “sentido neurobiótico“, una vía directa e inédita a través de la cual la microbiota interviene en el control de la conducta alimentaria y posiblemente en otros aspectos de la salud mental y física.
Aspecto clave
Según el estudio, la clave en esta comunicación es la flagelina, una proteína presente en los flagelos bacterianos que permiten el desplazamiento de las bacterias. Cuando comemos, algunas bacterias intestinales liberan esta molécula, que los neurópodos dispuestos en la superficie interna del colon identifican. Estos sensores utilizan un receptor denominado TLR5 para detectar la flagelina y, una vez activados, transmiten un impulso eléctrico a través del nervio vago, la vía de comunicación principal entre el intestino y el cerebro.
Los científicos realizaron las pruebas en ratones en ayuno a los que le administraron flagelina directamente en el colon. Los animales redujeron la cantidad de comida consumida. El experimento también se repitió en ratones modificados genéticamente para carecer del receptor TLR5; en estos casos, el efecto desapareció y los ejemplares mantuvieron sus hábitos alimentarios y ganaron peso. Esto indica que “esta vía ayuda a regular el apetito” y que el proceso depende de la detección de flagelina por TLR5 para poner en marcha la señal de “basta” al cerebro.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE