VIDEO.- "Hay que ver si tengo ganas de volver a vivir acá": el temor de los vecinos de diagonal 77 y 48
| 29 de Julio de 2025 | 11:03

Desde el 16 de julio a la madrugada, la vida de Virginia cambió de un instante a otro. Ella alquila un departamento en el séptimo piso -de un total de ocho- del edificio lindero (el 366 de calle 48) al que ardió en llamas en la esquina de Diagonal 77 y 48, y desde aquel día –saliendo en pijama sin entender del todo lo que pasaba– su rutina se transformó en una serie de incertidumbres, miedo y reconstrucción emocional. El siniestro, que derivó en la demolición que se está gestando desde ayer en centro de La Plata, dejó a decenas y decenas de personas sin hogar. Algunas esperan respuestas. Otras, apenas sobreviven. Virginia, por su parte, trata de “volver a intentar una vida normal”, aunque, como dice, “no se puede al 100 por ciento”.
La mañana en la que todo empezó fue caótica. “El primer día salí en pijama. Todo un caos. No sabíamos si el fuego iba a pasar al edificio nuestro, si se podía volver o no. En ese momento no tenés tiempo de pensar. Solo salís”, cuenta con la voz baja, como si aún sintiera el olor a humo pegado en la ropa que apenas logró rescatar.
La entrevista en exclusiva con El Día, mientras la demolición sigue en curso, la tiene a la vecina con la mira aquel desastre que se pudo haber evitado. Espera mensajes del grupo de WhatsApp que formaron los vecinos del edificio afectado. Es una mezcla de compañía y catarsis colectiva.
Sobrevivir sin saber después dónde vivir
“Yo no tengo casa, alquilo. Y el departamento quedó ahí, esperándome… o no. Porque hay que ver qué va a pasar ahora que terminaron la demolición. Primero tienen que decirnos si nuestro edificio es seguro, si se puede habitar, y después ver todos los arreglos que habrá que hacer. Pero, sinceramente, no sé si voy a querer volver”, explica.
Virginia se hospeda en un hotel que la Secretaría de Desarrollo Social del municipio dispuso para contener a los afectados. Es un alojamiento temporal, con estadía renovable cada tres o cuatro días. “Nos dan el hotel, solo dónde dormir. El resto ya corre por nuestra cuenta. La comida, el transporte, la ropa. Todo. En ese sentido, cada uno se arregla como puede”.
“Estamos teniendo acompañamiento psicológico por Bienestar Social. Hay días en que bajo y trato de estar bien, de caminar, de poner buena cara, pero también tengo mis momentos. No se puede estar entera todo el tiempo”, dice y se permite una sonrisa tímida.
A la noche del incendio, Virginia logró entrar nuevamente a su departamento, acompañada por un bombero. “Fueron cuatro minutos. Saqué lo que pude: algo de ropa y nada más. La idea era sacar más cosas, pero no se podía. El lugar estaba en peligro. Había que obedecer las indicaciones. Así que se verá todo cuando nos digan que podemos volver, si es que eso pasa”.
Su testimonio es un espejo de lo que atraviesan muchos en dicha zona. “Yo no estoy pagando el alquiler. Y tampoco la dueña me lo pidió. Me parece lógico. ¿A quién se le paga si no me están brindando ese servicio? Llegado el caso, se hablará, pero hoy no hay certezas”.
El día después de todo
Con la demolición del edificio incendiado ya en su etapa final, los vecinos del inmueble contiguo aguardan los informes técnicos que determinen si podrán o no regresar. Mientras tanto, Virginia se refugia en pequeñas rutinas: ver qué comer, caminar, caminar y llamadas a familiares. Pero nada alcanza para cubrir el desarraigo repentino.
“Es que no es solo volver al edificio. Es volver a sentir que ese lugar puede ser tu casa. Y no sé si eso va a pasar. Tal vez sí, pero necesito pensarlo. Primero hay que saber si es seguro. Y después, ver cómo me siento yo”, reflexiona con una madurez forzada por la urgencia.
En las últimas semanas, el caso de la esquina de Diagonal 77 y 48 ocupó portadas, noticieros y redes. Pero cuando las cámaras se apaguen y la demolición se haya completado, quedará lo más difícil: el después. Para Virginia, y para tantos otros como ella, la vida sigue, aunque no igual.
“Nadie te prepara para esto. Uno alquila un departamento y arma su vida con lo que puede. De pronto, pasa esto y te sentís como en el aire. Pero bueno… hay que empezar de nuevo. Paso a paso, como se pueda”.
"Era un bombardeo, las cosas volaban por el aire"
Sandra, de 3 y 48, relató que "pareció un bombardeo, gracias a Dios no hubo víctimas". "Había unos chicos cargando una camioneta que alcanzaron a salir corriendo. Mi hija se despertó por el humo, me avisó y vimos un desastre", prosiguió.
"Las explosiones eran terribles, era un bombardeo. cosas que volaban por el aire, y eso que llovía con todo". "Todavía no estaba cortada la calle y la gente pasaba igual. Los chicos que iban a la escuela se resguardaron en la verdulería", contó la mujer.
A trece días de los hechos, Sandra dijo que "relativamente no perdimos nada pero es continuo los cortes de calle, los comercios que no pueden trabajar y las máquinas que están todos los días hasta las 19h". "Las máquinas te vuelan la cabeza, va muy lento, hay cosas adentro del edificio todavía", afirmó.
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