Motosierra para el Instituto Nacional de Vitivinicultura

La entidad vitivinícola dejará de funcionar como organismo descentralizado y pasará a ser una unidad organizativa dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía.

X @pabloamado1

El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) perderá su autonomía. Será publicada en el Boletín Oficial esta semana. Busca racionalizar estructuras estatales y reducir costos, en línea con la política de ajuste promovida por la gestión actual.

En los hechos, implica el fin de su independencia funcional y abre la puerta a una transformación profunda en la lógica de regulación y control de la actividad.

El rediseño del Instituto es parte de un proceso más amplio que afecta a diversos organismos vinculados a la política agroindustrial. El mismo decreto prevé la transformación del INTA en ente desconcentrado, la disolución del Instituto Nacional de Semillas y del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena, y la eliminación de la Agencia Regulatoria del Cannabis Medicinal, entre otros entes. En todos los casos, la lógica es la misma: centralizar funciones, eliminar autarquía, reducir dotaciones y liberara activos públicos considerados prescindibles.

El Instituto quedó reducido a tareas de verificación de la genuinidad de los productos vitivinícolas, sin capacidad de promoción ni regulación. Esta situación, según el Gobierno, volvió obsoleta buena parte de su estructura normativa y operativa, justificando así una reestructuración integral.

La iniciativa contempla una serie de modificaciones sustanciales como la de delegar funciones de fiscalización y certificación en entidades públicas o privadas, en un movimiento hacia la descentralización funcional con fuerte impronta privatista.

Además, se establece que los controles de origen, añada y varietal -que históricamente garantizaban trazabilidad y calidad - pasarán a ser optativos, en respuesta a reclamos de mayor flexibilidad por parte de un sector del mundo bodeguero. El foco se traslada así al control documental posterior, especialmente sobre el tramo final de la cadena productiva. 

La pérdida de autonomía del INV representa una ruptura con el modelo de política sectorial que acompañó al desarrollo de la vitivinicultura argentina. 

Fuente: Sitio Andino

 

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