El irresuelto dilema de poder estacionar cerca del Centro
Edición Impresa | 9 de Julio de 2025 | 02:52

Hace mucho tiempo que en la Ciudad se utiliza la consigna de “estacioná donde quieras”, como manera de patentizar en forma negativa el problema que existe y que en muchos casos se “resuelve” dejando los autos estacionados en cualquier lugar. Esa infracción se advierte sobre las veredas –convertidas en virtuales mini-playas o en la calle delante de los garajes, en las esquinas en donde está prohibido, taponándose además las rampas para desiguales físicos, o bien en doble fila, en las ramblas y hasta en espacios de algunas plazas y parques.
El fenómeno no sólo marca la indisciplina de muchos automovilistas y motociclistas frente a las reglas del tránsito, que prohíben en forma expresa esas alternativas, sino que deja también a la vista la creciente escasez de lugares concretos para poder estacionar, en un fenómeno que se volvió crítico hace varias décadas cuando el parque automotor creció año tras año en forma exponencial.
Las medidas paliativas, como la del estacionamiento medido, tuvieron también su lado negativo al propagar hacia los barrios periféricos la saturación de autos estacionados en sus calles. Quienes quieren llegar al centro del casco urbano en la actualidad deben tomar un micro, un taxi o caminar quince o más cuadras. De modo que hace falta un buen dinero o un mejor estado físico para llegar al Centro.
La falta de grandes playas de estacionamiento pareciera ser uno de los problemas principales. La más conocida, que es la de la manzana de 3 hasta 4, desde 48 a la 49, perdió hace poco un cuarto de su superficie porque allí se instaló el playón para tomar exámenes prácticos a quienes quieren obtener su carnet de conductor.
Sería clave que, en una iniciativa conjunta, el Municipio y la Provincia activasen los mecanismos necesarios para lograr una inversión que permita construir los espacios de estacionamiento necesarios en la Ciudad.
Hace muchas décadas que La Plata se encuentra en esta encerrona, cada día más crítica. Tampoco se logra desalentar el uso del automóvil mediante la promoción de transportes públicos modernos, económicos, rápidos y no contaminantes, como podría ser un sistema modernizado de tranvías, tal como ocurre en muchas ciudades del mundo.
Lo señalaron en reiteradas oportunidades muchos urbanistas y especialistas en el tema: nuestra ciudad debiera cortar el nudo gordiano del tránsito y del estacionamiento automotor. Y hacerlo enfrentando todas sus complejidades y variantes, de modo de poder impulsar en el tiempo –no en el curso de una sola administración, sino de varias- un modelo renovado que le permita afrontar tanto los requerimientos presentes como los venideros.
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