El JP Morgan, otra vez, vio venir la tormenta financiera

A fines del mes de junio había recomendado salir de los bonos en pesos

Cuando a fines del mes de junio el banco internacional JP Morgan recomendó recortar, al menos hasta las elecciones, la exposición inversora en la deuda en pesos del país, hubo sorpresa ya que se trataba de una institución que había señalado tener una posición constructiva para la Argentina en el mediano plazo y había destacado, por ejemplo, la baja de la inflación.

“Preferimos reducir el riesgo por ahora”, había señalado la misma entidad que calcula el riesgo país.

En ese momento, el informe destacó los avances del gobierno de Javier Milei en cuanto a reformas económicas, como el proceso de desinflación, la flexibilización de los controles de capital y el esfuerzo fiscal firme.

A pesar de estos elogios, el banco consideró prudente aconsejar a los inversores ajustar la estrategia ante factores de corto plazo, en alusión a las elecciones legislativas del 26 de octubre próximo. “Con la situación estacionalmente positiva por terminar y las elecciones en el horizonte, preferimos tomar ganancias y esperar mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos en el mercado local de bonos en pesos”, dijeron los analistas del JP Morgan.

El gigante de Wall Street demostró otra vez su olfato para anticipar los movimientos del dólar en el país, incluso cuando sus proyecciones son consideradas de pesimistas por los analistas locales. La historia reciente, tanto en el gobierno de Mauricio Macri como en la actual administración de Javier Milei, es testigo de esta capacidad predictiva que ha generado terremotos en el mercado financiero.

En abril de 2018, la Argentina de Mauricio Macri vivía un aparente buen momento con los mercados. El JP Morgan, considerado un aliado estratégico y un banco "amigo" del gobierno (varios exfuncionarios clave del macrismo habían pasado por sus filas), incluso recomendaba a sus clientes apostar al peso y a las entonces populares Lebac. Pero el "romance" llegó a su fin. En un movimiento que conmocionó al Banco Central, órdenes masivas de venta de Lebac y la inmediata compra de más de 800 millones de dólares comenzaron a llegar a las mesas de dinero. La sorpresa fue aún mayor cuando se supo que el origen de esta operación era ni más ni menos que el JP Morgan.

Esta acción, que buscaba cerrar el circuito del "carry trade" y salir del sistema financiero local, fue interpretada como una señal inequívoca de desconfianza. Las "manos grandes" (los fondos de inversión extranjeros que mueven millones) apostaban a una fuerte devaluación y la salida del JP Morgan, un actor de peso y símbolo del "macrismo financiero", precipitó una corrida. Aunque el gobierno intentó contener la situación, la herida ya estaba abierta y semanas después se concretaría el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para intentar calmar las aguas. El dólar, que apenas el día anterior cotizaba a $20,50, no tardó en dispararse.

Siete años después, el escenario ha cambiado de presidente, pero la dinámica parece la misma. El 27 de junio de 2025, con Javier Milei en la Casa Rosada y Luis "Toto" Caputo nuevamente al frente de la economía, el JP Morgan volvió a encender las alarmas. Tras haber recomendado a mediados de abril de este año traer dólares del exterior para invertirlos en instrumentos de deuda en pesos, el banco emitió un informe crucial titulado "Tomándose un respiro".

En este nuevo análisis, la entidad aconsejó a sus clientes "dar un paso atrás y esperar a que haya mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos". ¿Las razones? Variantes como el pico de ingresos agrícolas ya superado, la probabilidad de salidas de divisas por turismo, el posible "ruido electoral" y el "bajo rendimiento del peso", que motivaba una intervención cambiaria a través de derivados.

Lo que siguió a ese informe fue una réplica casi calcada de lo anticipado. En el mes transcurrido desde la publicación del análisis hasta el jueves pasado, el dólar oficial alcanzó un precio récord de $1.380 Se estima que, entre posiciones propias y de sus clientes, el JP Morgan habría impulsado la salida de unos mil millones de dólares del mercado de capitales argentino en la primera semana tras la difusión del informe.

Las consecuencias fueron inmediatas: el Banco Central debió salir a "pelear" con subas en la tasa de interés de las letras negociables para intentar frenar la sangría de pesos y contener al dólar. Aquellos que hicieron caso a la recomendación del banco, liquidaron sus posiciones en pesos (principalmente en letras y algunos bonos) para dolarizarse rápidamente, cerrando el ciclo del famoso "carry trade".

Una vez más, el JP Morgan se posicionó como el banco que vio venir la tormenta, confirmando que en el volátil mercado argentino, sus advertencias son mucho más que un simple pronóstico: son, para muchos, una hoja de ruta.

JP Morgan

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