El cimbronazo económico le bajó el ruido a las disputas internas en tiempo electoral
| 3 de Agosto de 2025 | 04:32

Con el dólar subiendo el 13 por ciento en julio y su cotización oficial tocando el jueves los 1.380 pesos -el viernes frenó el alza y bajó pesos-, la economía envió una fuerte señal de alerta al gobierno en medio del proceso electoral. La fuerte demanda del billete estadounidense obligó a la suba de tasas de hasta más de 40 por cierto. Lo cierto es que el cimbronazo cambiario tuvo como efecto bajarle el tono político a las disputas internas y moderar la arrogancia con que los libertarios encararon las alianzas electorales.
Varios factores se combinaron en los últimos días para ponerle fin al “veranito” cambiario, que tranquilizaba al gobierno en medio de la batalla política. Por un lado, una cuestión estacional, sumada a que el incentivo de la baja de retenciones finalizó en julio, hizo que las liquidaciones de divisas de campo cayera más del 80% desde el inicio del séptimo mes del año.
A la falta de dólares se agregó la turbulencia financiera originada en le eliminación de las LEFIs (letras a cargo del tesoro) que reemplazaron a las LELIQ (papeles a cargo del Banco Central), instrumentos diseñados para mantener reducida la disponibilidad de pesos.
El gobierno aspiraba a reemplazar sus LEFIs por LECAPs, pero los bancos no aceptaron la totalidad de la oferta dejando una liquidez sobrante que hizo bajar las tasas de interés y aumentar la demanda de divisas.
Precios en la mira
La duda ahora es saber hasta dónde esta suba del dólar impactará en los precios de los consumos masivos, poniendo en crisis el logro económico más importante que el gobierno le muestra a la sociedad y su mayor capital electoral, que es la baja de la inflación.
En Economía confían en que el traslado a precios finalmente no se producirá porque no están dadas las condiciones para que ello ocurra, es decir, el consumo no presiona y la emisión monetaria ha sido reducida a cero. Incluso, algunos se atreven a afirmar que el gobierno estaría cómodo con esta suba del dólar, que mejoraría otras variables como las exportaciones, disminuiría las importaciones y reduciría el flujo turístico de los argentinos hacia el exterior. Para el oficialismo es todo.
En este escenario, las pacificación de las diferencias entre “El Jefe” (Karina Milei) y “el Mago del Kremlin” (Santiago Caputo), luego de que el segundo fuera excluido de las gestiones aliancistas en la Provincia, muestran que la prudencia comienza a moderar los ánimos de los que anunciaban arrasar en las elecciones de septiembre y octubre.
En ese mismo temperamento se inscribe el anuncio de retomar negociaciones con el PRO para las elecciones de octubre en CABA. Eso sí, con la condición de que Jorge Macri quede afuera de las conversaciones.
De pronto aparecieron los fantasmas de la derrota, una posibilidad que nunca hay que descartar y que no solo golpearía el capital político de Javier Milei, sino que haría tambalear la viabilidad de su plan de gobierno, basado en déficit cero, motosierra y desregulación sin anestesia. Desde la Rosada atribuyen todo al “efecto Kuka” (el kirchnerismo), pero por las dudas toman recaudos y suben los encajes bancarios.
Lo que pone en juego el PJ
Del otro lado del ring, el peronismo -fragmentado y tensionado- intenta recomponerse consciente de que en este turno electoral pone en juego su supervivencia política en la provincia que históricamente dominó. En medio de un cierre de listas escandaloso, se llegó a una tregua que duró poco: esta semana Juan Grabois volvió a criticar a Sergio Massa y amagó con romper, reactivando las fisuras entre el kicillofismo, La Cámpora y el Frente Renovador.
Sobre ese escenario inestable recae además el desafío de instalar “Fuerza Patria”, una marca electoral nueva y aún desconocida. En este contexto, las candidaturas testimoniales, hoy son más necesarias que nunca para este sector. “Están previstas por la ley”, exageró Carlos Bianco, ministro bonaerense. A lo que Cristina Kirchner respondió: “Si ponés la cara, tenés que asumir”. Es decir, ningún intendente leal puede ir en la boleta si no está dispuesto a dejar el cargo.
Tampoco hay consenso sobre la narrativa de campaña. El cristinismo quiere que el eje sea “Cristina libre”. Kicillof se opone: prefiere “Derecha o futuro”, una consigna menos personalista y más alineada con su gestión. El massismo acompaña con reservas, preocupado porque el protagonismo de la expresidenta opaque la instalación de Fuerza Patria.
Incluso se barajó hacer tres campañas por separado -una por cada sector- para unificarse al final. La idea fue descartada por el riesgo de fragmentar el mensaje y dispersar recursos.
La fuerza que viene del interior
Mientras tanto, como es una regla de la política ocupar los lugares vacantes, en la semana la novedad dijo presente en el escenario nacional una tercera fuerza, que aspira representar al voto moderado. Todavía en pañales, el armado incluye a cinco mandatarios provinciales (Maximiliano Pullaro, Martín LLaryora, Ignacio Torres, Claudio Sadir y Claudio Vidal) que anunciaron que buscan “competir mancomunadamente” en las elecciones octubre.
Es un hecho que el armado incluye al exgobernador cordobés Juan Schiaretti y que tiene como estribación bonaerense a Somos Buenos Aires, el espacio de centro que integran radicales, peronistas disidentes, Coalición Cívica y socialistas. Todo apunta a un proyecto de plazo largo que aspira a convertirse, en la medida en que la presentación popular se lo permita, en dique de contención ante un libertarismo eventualmente victorioso.
Algunos se atreven a afirmar que el gobierno estaría cómodo con esta suba del dólar
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