Los jóvenes platenses que deciden casarse: dar el sí, aunque ya no esté de moda
Edición Impresa | 24 de Agosto de 2025 | 06:50

Por JUAN IGNACIO AMICUZZI
“Hasta que la muerte los separe”. Esta frase marcó a quienes —incluso hoy siendo jóvenes— vivieron una época donde el matrimonio, además de una institución constitutiva de la vida social, era una ceremonia asidua en las familias de La Plata y la Región. Aún lo es, al menos entre aquellas casas de la Ciudad donde no se perdió la costumbre. Pero, en paralelo, y sobre todo cuando se habla con jóvenes que estudian y/o trabajan, la idea del casamiento parece lejana. De hecho, EL DIA sigue el tema y ya fueron repetidas las publicaciones con testimonios de adolescentes y adultos que dan sobrados motivos por los que, a pesar de estar en pareja, deciden no comprometerse.
En este fenómeno epocal intervienen múltiples factores: que los ‘perrhijos’, que no hay dinero para mantener una familia, que se priorizan los proyectos personales y tantas otras excusas o no tan excusas... Sin embargo, este diario rescató al menos cuatro historias de parejas platenses jóvenes que decidieron decir: “Si, quiero”.
En los últimos años, al menos en los círculos sociales de parejas adultas de clases bajas a medias, suele resultar difícil encontrar noviazgos que apuesten, al menos masivamente, a subir al altar. No obstante, hay parejas jóvenes que optan por dar el paso hacia el matrimonio, no como una formalidad social, sino como una decisión consciente y un proyecto de vida compartido.
Las historias de Julieta y Carlos, Juan Pablo y Lucía, Tamara y Gerónimo, y Justina y Federico reflejan distintas formas de vivir y entender este compromiso.
JUSTINA & FEDERICO
Compromiso, fe y proyectos compartidos
Justina, oriunda en City Bell, y Federico (de Tres Arroyos), que se casaron con 27 años el 11 de octubre de 2024 tras convivir desde septiembre de 2020 en La Plata, vivieron el matrimonio como un gesto profundo de compromiso y fe. “Cuando decidimos casarnos, lo que más peso tuvo fue la convicción de que era una forma de consolidar nuestro vínculo. Sentimos que pasábamos del ‘te quiero’ al ‘te elijo’, y que esas palabras ya no alcanzaban para expresar lo que sentimos”, explica Justina. Para ellos, casarse fue un acto de compromiso consigo mismos y con el otro, una forma de darle un sentido más profundo a la unión.
La planificación del evento coincidió con un contexto económico difícil, pero la pareja decidió que celebrar como querían valía la pena. Justina relata que recurrieron a un préstamo personal que pudieron devolver con los regalos del casamiento, asegurando que todo el esfuerzo valió la pena.
Además, realizaron un curso prematrimonial que les permitió reflexionar sobre valores, economía, prioridades y proyectos de vida en común, fortaleciendo la decisión que ya sentían clara. “Casarse no es solo un día; es un sacramento y una promesa ante Dios. Es nuestra manera de transformar el vínculo en un proyecto de vida con raíces en la Fe”, concluyó Justina.
Sobre la opinión del entorno, aseguró que las voces externas tuvieron poco peso: “Cuando uno tiene tan claro lo que quiere y lo que siente, las voces del afuera pierden relevancia”.
Justina y Federico, en su casamiento / EL DIA
JUAN PABLO & LUCÍA
Del sueño matrimonial a la planificación consciente
En el caso de Juan Pablo y Lucía, el matrimonio representó la realización de un anhelo compartido desde el inicio de la relación. “No hubo un peso en la decisión, sino un anhelo. Desde que comenzamos a salir teníamos el sueño de casarnos y con el tiempo ese deseo se fue fortaleciendo”, comentó Juan Pablo. La pareja vivió un proceso de planificación meticuloso frente a un contexto económico complejo, con inflación y gastos que requerían organización. “Mes a mes íbamos contratando servicios y adelantando pagos; todo lo que podíamos cerrar de precio, lo hacíamos”, cuenta.
Para ellos, casarse significó elegir estar juntos y aprender a transitar la vida de a dos. “El matrimonio es una forma de dar testimonio del amor. Es elegirse día a día, poner todo lo que tenés para que esto se cumpla”, reflexiona Juan Pablo. El entorno familiar y social los acompañó con entusiasmo: “Nuestros amigos y familia nos habían visto compartir y crecer juntos, así que estaban chochos por el casamiento”. La pareja destaca que el matrimonio no fue solo un evento sino la consolidación de un proyecto común que ya había comenzado con la convivencia desde 2021.
Juan Pablo y Lucía, en el altar / EL DIA
TAMARA & GERÓNIMO
Confianza, preparación y convicción
Tamara y Gerónimo tienen 28 y 29 años; están juntos hace seis años y se casaron hace cinco meses. Son platenses, ella del Centro y él vivía en City Bell. Fue así que dijeron que el matrimonio debía llegar “en un momento de madurez”. “La decisión de casarnos fue natural, era algo que ambos anhelábamos desde temprano en la relación, pero preferimos esperar hasta tener algunos ahorros y sentirnos más preparados”, contó Gerónimo.
En ese camino, también apareció la fe: “Somos creyentes y esto influencia nuestra postura sobre el matrimonio, pero no lo tomamos como un mero ‘mandato’, sino que entendemos que es el mayor acto de compromiso que puede haber entre dos personas, una promesa de fidelidad, respeto y acompañamiento, que nace (o debe nacer) del amor hacia el otro, y de la certeza de que, ya sea que tengas una vida cómoda y lujosa, o estés en la miseria, la idea de que esa persona sea quien esté al lado tuyo es lo que te trae felicidad”.
El entorno reaccionó de manera diversa: “Tuvimos comentarios de todo tipo, muchos felices y alegres, y otros que no tanto. Desde gente que se emocionaba hasta las lagrimas; pasando por otros que, reconociendo la situación actual de la institución matrimonial, nos llamaban ‘de vanguardia’; hasta algunos que miraban con horror y preguntaban: ‘¿Para que?’. Por supuesto que la amplia mayoría de las respuestas fueron positivas, pero mas allá de eso, y si bien es importante sentirse acompañado, las opiniones poco importan en una decisión que se trata, al fin y al cabo, de la pareja”.
JULIETA & CARLOS
Una pareja atípica y espontánea
Para Julieta, de Azul, y Carlos, de Mar del Plata -ambos residentes platenses-, que se casaron en 2022 tras ocho años de convivencia, la decisión no surgió de un plan tradicional ni de una propuesta formal. “Básicamente somos una pareja atípica, no te voy a mentir, no hubo propuesta ni mucho menos fue una decisión charlada; al principio fue como un chiste y después fue tomando forma más seria”, explicó Julieta.
Para ellos, el matrimonio no cambió la manera en que se vinculan y fue pensado como un encuentro íntimo con familiares y amigos, más que como un evento formal. La pareja buscó un lugar donde todos pudieran disfrutar del día y alojarse, y el acompañamiento de su entorno fue de alegría y apoyo, aunque no todos pudieron estar presentes físicamente. Julieta lo resumió como “una elección de vida” que refleja la forma en que ellos entienden el vínculo: libre, fuerte y compartida.
Julieta y Carlos, juntos en su ceremonia / EL DIA
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