Adiós a Eusebio Poncela: ícono y pionero queer del cine iberoamericano
Edición Impresa | 28 de Agosto de 2025 | 05:13

Hombre surgido de la usina de Almodóvar, a Eusebio Poncela, fallecido ayer a los 79 años, se lo recuerda en Argentina principalmente por dos actuaciones: el videoclip “Matador”, de los Fabulosos Cadillacs, y la publicidad de un auto, donde encarnaba al Diablo y donde, al final, se revelaba que no sabía nada de autos.
Pero la trayectoria del actor español fue mucho más allá: marcado en sus primeros años por los intensos papeles que alumbraron su fama de actor maldito en las míticas “La ley del deseo” (1987), de Pedro Almodóvar y “Arrebato” (1979), de Iván Zulueta (con Cecilia Roth), Poncela construyó una enorme carrera casi seis décadas de fructífera vida en cine, teatro y televisión.
Un actor vital, sincero, sin pelos en la lengua, que imprimía su sello desfachatado a cada uno de sus papeles, y con una estrecha relación con Argentina, parte de producciones como ”Martín Hache” y hasta vivió, en la década de los 90, en la casa de Cecilia Roth y Fito Páez en nuestro país.
Díscolo, terco y especial, hacia el final de su carrera, confesó, en 2022, que sentía que a sus “setenta y tantos” estaba “empezando” y decía que era feliz “los tres segundos que dura la felicidad”, pero sobre todo que disfrutaba de la vida.
“Estoy empezando a ser inteligente, a ser buen actor, a ser buena persona y todo lo tengo que demostrar, porque -eso sí- soy un exhibicionista profundo”, aseguraba, siempre provocador. Décadas atrás quedaba su enganche real a la heroína, droga protagonista de la ficción de “Arrebato”.
Adicciones que también se reflejaron en “Dolor y Gloria”, la cinta más personal de Pedro Almodóvar, en la que muchos le vieron reflejado en el papel de Asier Etxeandia, interpretando a un actor que, como él, acaba viviendo en El Escorial, es homosexual y adicto a las drogas. Poncela aseguraba no haber visto esta película de 2019.
Con Almodóvar había filmado casi treinta años antes “La ley del deseo”, un hito del cine ‘queer’, en el papel de un exitoso director de cine y teatro gay. Poncela se enorgullecía de haber protagonizado papeles “punteros” en el terreno de la diversidad sexual. “Y seguirán siéndolo cuando yo esté criando malvas”, se reía. Si con su trabajo había conseguido ayudar “a una sola persona”, “ya habrá estado muy bien”, subrayaba.
En el mismo sentido, uno de sus últimos trabajos en teatro fue el de protagonista en “El beso de la mujer araña”, de Manuel Puig, en la versión de Carlota Ferrer, otra producción que lo liga al país, donde encarnó a Luis Molina, homosexual afeminado que comparte celda bajo la dictadura argentina con Valentín Arregui, un revolucionario político de izquierdas.
Poncela contaba que él quiso “entrar en el PCE cuando era jovencito, pero los comunistas no quieren gais”. “Entonces, ya no sé. Lo que me gusta es la libertad y estar tranquilo”, aseguraba.
Hace un año, a Poncela le diagnosticaron cáncer: desde entonces, luchó contra la enfermedad hasta que ayer murió en Madrid, la misma ciudad española que lo vio nacer y florecer como un actor icónico del cine iberoamericano.
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