Toda una vida juntos y hoy caminamos solos

Edición Impresa

Estuvimos juntos 27 años. Criamos hijos, plantamos árboles, nos cuidamos en las enfermedades, pagamos cuentas, nos acompañamos en velorios. Y ahora, a los 61, nos separamos.

No hubo infidelidad, ni gritos, ni puertas cerrándose de golpe. Solo un cansancio de fondo, una desconexión que se volvió costumbre. Al principio fue miedo. ¿Cómo se empieza de nuevo cuando ya no hay juventud para improvisar? Después fue duelo. Y ahora, de a poco, empieza a ser alivio.

La rutina puede ser una trampa disfrazada de hogar. Uno se acostumbra a compartir la mesa, pero no siempre comparte la vida. Y un día te das cuenta de que hace años que no hablás de verdad. Que el amor no se fue de golpe, pero sí se fue.

Nos separamos con respeto, con lágrimas y con un poco de ternura. Nos seguimos deseando bien. Y eso, para mí, ya es mucho. Me aferro a la idea de que nunca es tarde para buscar otra manera de estar en el mundo. Aunque sea con los huesos más frágiles, pero con el corazón un poco más libre.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE