Ciencia y hábitos que prolongan la vida

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Cada vez más investigaciones sugieren que la longevidad no es una cuestión de azar, sino una construcción diaria que depende de nuestras decisiones cotidianas. Lejos de ser un destino inmutable, el envejecimiento puede ralentizarse e incluso revertirse con herramientas accesibles y avaladas por la ciencia. Eric Topol, cardiólogo y genetista de renombre internacional, sostiene que “la ciencia ha demostrado que es posible revertir el envejecimiento, no sólo prolongar la vida”, y advierte sobre la pseudociencia que inunda el campo del bienestar, proponiendo un enfoque riguroso basado en datos para vivir más y mejor.

Uno de los primeros mitos que derriba Topol es que los genes determinan nuestro destino. Solo el 20% de la longevidad depende de la herencia genética; el 80% restante está ligado a hábitos, entorno y elecciones diarias. Adoptar una actitud proactiva frente a la salud y dejar atrás el fatalismo genético es clave para construir una vida más larga y plena. Entre los hábitos que más impacto tienen, el ejercicio físico ocupa un lugar central. Caminar a paso rápido al menos 150 minutos semanales puede sumar hasta cuatro años y medio de vida saludable, mientras que incorporar ejercicios de fuerza protege la masa muscular, previene fracturas y mejora la salud cardiovascular, cerebral, digestiva, inmunitaria y metabólica.

La alimentación también juega un rol fundamental. La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres, granos integrales, aceite de oliva y pescado, se asocia con menor inflamación, mejor control del azúcar en sangre y protección frente a enfermedades como diabetes, cáncer y Alzheimer. Dormir profundamente, alrededor de siete horas por noche, permite al cerebro eliminar toxinas y al cuerpo reparar tejidos, mientras que el contacto social reduce el riesgo de depresión, demencia y enfermedades cardiovasculares. Por último, eliminar hábitos tóxicos, desde el tabaco y el alcohol hasta la exposición a contaminantes ambientales, y aprovechar los avances tecnológicos de la medicina preventiva, como la inteligencia artificial, los relojes biológicos y la reprogramación epigenética, son estrategias que, combinadas, permiten vivir más y mejor.

 

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