La formación inicial fue un error de Domínguez que derivó en la derrota

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Por MARTIN MENDINUETA

@firmamendinueta

La equivocación primaria fue concebida por las decisiones del director técnico en el Country de City Bell, bastante antes de que la pelota se pusiera en movimiento. El gran error fijó domicilio en la planilla oficial. Allí Estudiantes empezó a perder un partido donde necesitaba no resbalar, fundamentalmente por su estado anímico.

Eduardo Domínguez, con la clara intención de cuidar a algunos jugadores muy valiosos, armó una formación titular que lució tan confundida como impotente durante los 30 minutos iniciales; y así permitió el mejor lapso de rendimiento de River en lo que va del torneo.

El DT Pincha decidió juntar desde el primer minuto a José Sosa, Facundo Farías y Alexis Castro como intérpretes esenciales (junto a Tiago Palacios) del libreto ofensivo que seguramente había ideado y ensayado en una previa muy extensa. Le sobró tiempo de trabajo al entrenador para preparar a su equipo y lo que eligió salió muy mal.

De entrada, los dirigidos por Gallardo tomaron nota del desconcierto local y empezaron a manejar la pelota mostrando rapidez e inteligencia. Con Nacho Fernández como cerebral conductor, River le pasó muy bien y en un rato corto sacó la diferencia de dos goles.

Confundido, desbordado y lejos de sentirse cómodo jugando donde más le gusta, Estudiantes recién se pudo poner a tono del compromiso cuando Lucas Martínez Quarta se hizo expulsar. El zaguero no actuó de manera inteligente, dejó a su equipo con diez y colaboró de manera notoria para que el anfitrión pudiera reaccionar.

River también sorprendió con una actitud combativa muy marcada y eso lo ayudó para mostrarse como todavía no lo había hecho.

 

La línea de ataque titular que dispuso el DT Pincha no le gustó a nadie y, por eso, debió cambiar

 

Haber visto al Millonario involucrado, sin timidez alguna, en el roce físico; manejando el pulso de las acciones y vacío de sobresaltos en defensa, fue demasiado castigo para la hinchada local. La gente no podía creer que el dueño de casa no impusiera condiciones.

TRES VARIANTES OBLIGADAS PARA GESTAR UNA SEÑAL DE OPTIMISMO

Domínguez llegó al vestuario en el entretiempo teniendo muy claro que debía intentar cambiar el rumbo del pleito de manera drástica.

Los ingresos de Carrillo, Cetré y Medina significaron un mensaje contundente para el tablero del juego y, también, para los hinchas que tanto lo aplaudieron aquella noche antes de empezar el partido ante Huracán.

El tema fue que el acertado “volantazo” no alcanzó para modificar el rumbo de una noche tan negra como la camiseta que usaron sus jugadores.

El brote de entusiasmo que irradió en el comienzo del segundo tiempo se desvaneció cuando el árbitro, a instancias del VAR, anuló correctamente (por mano) el gol de rebote que había anotado Cristian Medina. El descuento (impactante golazo de cabeza de Santiago Núñez) llegó muy tarde y los histéricos forcejeos sólo sirvieron para que el huésped ganara tiempo. Cada segundo tirado a la basura por discusiones inútiles colaboró para que el “Muñeco” facturara una alegría pesada que le viene bárbaro como antecedente de su complicada prueba ante Palmeiras.

Ahora viene la hora de la verdad. Será en el Maracaná. Los que vayan a Brasil y los que se quedarán en su casa le pedirán lo mismo: Que vuelva a ser el equipo bravo, sólido y pícaro que tantos elogios cosechaba. Perdió solidez, viveza (el segundo gol lo recibe cuando había salido González Pírez) y convicción para interpretar su idea. Es mucho handicap y eso no puede volver a pasar.

Estudiantes

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