Un documental se mete con la pesquisa de la desaparición de López

La película de Jorge Leandro Colás se podrá ver desde mañana, justo cuando se cumplen 19 años del hecho

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

Jorge Julio López desapareció dos veces. La primera, en octubre de 1976, en dictadura. La segunda, 30 años más tarde: posiblemente los responsables hayan sido los mismos, pero el cineasta Jorge Leandro Colás, autor de “López, el hombre que desapareció dos veces”, amplía en su documental la mirada y vuelve a enfocar hacia ese “entramado entre lo que es justicia, policía y política”, clave para disipar las pistas en las primeras horas de investigación, culpables de que la familia de López siga buscando justicia.

Se cumplen mañana 19 años desde que el sobreviviente de la tortura dictatorial y testigo clave contra el represor Miguel Etchecolatz y en ese marco “López, el hombre que desapareció dos veces” se proyectará en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha: la película, que se podrá ver hasta el miércoles, a las 18.30 (salvo el domingo, cuando la función será a las 20; el sábado, además, irán al Select el director y allegados a López), tiene como protagonista a Rubén, hijo de Jorge Julio, pero se nutre de diversos testimonios, incluso algunos que pretenden explicar los errores de la investigación. Lo que queda expuesto, dice el documentalista, en diálogo con EL DIA, “es ese entramado entre lo que es justicia, policía y política: la sospecha se concentra en esos tres lugares de poder, hay algo que ahí falló”.

Ese entramado revela la permanencia de “zonas turbias” heredadas de la dictadura en plena democracia. Y desatan lo que para Colás y su película es el gran problema es la investigación: en las primeras horas se hizo todo por entorpecer y dilatar las pesquisas, “en esos primeros días, incluso semanas de la desaparición de López: ahí siento que todo se desarma, a partir de ahí es muy difícil conseguir justicia sobre un caso tan tan complejo. Nos parecía interesante ir por esos tres caminos”.

Siguiendo esos caminos, el documental desentierra algunas hipótesis, relatos y testimonios que no fueron relevados por los medios, o que quizás se empiezan a olvidar por el paso del tiempo. Son indicios contundentes que señalan al entorno de Etchecolatz, pero también hacia la policía, la justicia y el servicio penitenciario.

En esa reconstrucción, Colás pone en pantalla voces bien diversas: está la familia, representada por Ruben, las abogadas querellantes en el juicio al represor Myriam Bregman y Guadalupe Godoy, también la voz de Carlos Rozanski, juez en aquel juicio, pero además aparece Felipe Solá, en ese momento gobernador de la Provincia, quien intenta explicar por qué fue la Bonaerense, de estrechos lazos con Etchecolatz, la que se hizo cargo en el principio de las investigaciones.

 

“En los primeros días de la investigación todo se desarma: a partir de ahí es muy difícil conseguir justicia”


Director de “López, el hombre que desapareció dos veces”

 

“Sentíamos que tenían que estar aquellos que fueron un poco protagonistas y testigos del proceso de la segunda desaparición. Felipe Solá tenía que estar. Y los fiscales actuales de la causa: fue muy ardua la negociación para que puedan participar. Creemos que esta variedad de voces nos permite contar la complejidad del caso”.

El documental recupera un hecho que lleva casi dos décadas sin atisbo de resolución, y para Colás es un buen momento para volver a López. “Nos parece que está bueno discutir el caso con generaciones más jóvenes, gente que no había ni siquiera nacido en aquellos años, o que no recuerdan lo que sucedió: es interesante en este contexto particular político a nivel nacional poder hablar de de la dictadura, hablar de el caso de López y hablar de todo lo que lo que está vinculado con su desaparición”, dice el director.

¿Puede dar esa batalla? “Sí”, responde Colás con firmeza. “Espero que la película pueda poner en agenda el caso de López, en un momento donde se habla con mucha liviandad de la última dictadura, con algunas voces que, incluso, revalorizan el accionar del accionar militar en esos años. Nos parece interesante que la película haga un foco ahí, que cuente específicamente desde este presente y desde este contexto social y político lo que fueron aquellos años”.

Los documentales, en ese sentido, completa Colás, “pueden dejar registro de ciertos procesos: eso me parece muy valioso. Sabemos que en cien años alguien puede investigar el caso, y ninguno de nosotros va a estar acá, pero esa persona puede ir a un archivo y ver la película. Eso es importante. Muchas veces en los últimos años se ha pensado a los bienes culturales como productos mercantiles, y los que hacemos documental sabemos que no todo se trata del superávit en las salas comerciales, que el documental, después de su vida comercial, es exhibido en penales, canchas de fútbol, escuelas, universidades. Por ahí no tiene un valor mercantil, tiene un valor cultural: deja documentado ciertos eventos, deja constancia, construye memoria”.

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