Mucho ruido y muchas nueces
Edición Impresa | 21 de Septiembre de 2025 | 01:58

El sábado 6 de diciembre de 1975, durante dieciocho horas -según contó EL DÍA en su crónica de aquel entonces y en parte se transcribe a continuación-, los fanáticos del rock (que son una muchedumbre) desbordaron la cancha de Estudiantes para deleitarse con los sonidos y convulsiones de siempre. “El evento constituyó, sin duda, una verdadera fiesta organizada a jóvenes procedentes de distintos puntos del país que querían, por supuesto, cosechar algo de ese clima diferente que se respira en el estadio platense. Más de 12.000 poseídos que encontraron un lugar en su ambiente natural. No dudaron en pagar 1200 pesos viejos que concedió la entrada, caridad que los dejó en posesión de una gaseosa. Todo ello agravado por el excesivo calor que durante todo el día se expandió sobre la ciudad, y que obligó a muchos a dormir sobre la gramilla alarmando a alguna monja despistada”.
Esta fue la primera maratón musical -que se sepa- en nuestro medio. Y a la vez la más interesante de las que se inició a las 11 de la mañana para terminar, con mucho esfuerzo, pasadas las cinco del día siguiente. Las primeras horas transcurridas en las instalaciones de Estudiantes fueron una larga y abúlica espera, bajo un sol abrumador y amenazas de tormenta. Estaba anunciado para las 10: sin embargo a esa hora no había ingresado el equipo de sonido y técnicos, porque no había escenario aún. Con una tarima, un trozo de lona y dos palos se improvisó algo que a la distancia parecía un viejo barco en medio de un mar de verde césped. No era lo único insólito: colgaron, además, un cartel que decía: “Presente...! gente linda” Nadie entendió lo que quisieron decir.
FIESTA POTENTE
A lo largo de toda la jornada se presentaron, con intervalos de descanso, los conjuntos que integraron el elenco elegido: Wilmar Caballero y Rubén Napoli eran los conductores del evento. La animación correspondió a Amaro y el sonido a Terry Goldswig, que utilizó un equipo de 5.000 W. El orden era así: Gusano, Nemesis, Porchetto, Vientre de madre, Vidrios, OM, Púrpura, Arco iris, Cúpulas, León Gieco, Polifemo, Pastoral, Ave Rock, show de fuegos artificiales, El reloj, Alma y vida, Espíritu y cerraban Los Janas.
“En síntesis, espectáculo realmente potente, pero respetuoso, para los espectadores, para los músicos que se levantaron al escenario con las mejores intenciones, y para los organizadores: Nemesio Pochat, Hugo García, Miguel Miguens, Rodolfo Vera, León Gieco, Amaro y el Dúo, Nito Mestre y “Charlie” García (porque antes se lo conocía así, y separados hacía pocos meses de Sui Generis), Espíritu, Los Jaivas y otros que se esforzaron para estar presentes a toda hora. Durante dieciocho horas, mientras los equipos pasaban del vértigo a la relajación, desfilaron por la platea cantantes familiares, conocidos del ambiente, y delegaciones que matizaban la fiesta”.
Fuera de un clima bochornoso y represivo, fue injustificable el amedrentador despliegue de fuerzas de seguridad con perros y todo su circo. El estadio “se sacudió con “Hombres de hierro”, un homenaje a tiempos idos... Luego apareció Polifemo con carga de energético rock, el ensamble de Espíritu, el profesionalismo de El Reloj. Lo encomiable de esta reunión fue el espíritu, la paciencia con que el público viene soportando estos improvisados eventos realizados por los pretendidos ideólogos de turno. Sólo fue una fiesta gris de primavera.
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