Los jóvenes también se expresan: la construcción de la identidad a través de la ropa
Edición Impresa | 21 de Septiembre de 2025 | 05:03

Desde el siglo pasado se evalúa y analiza la masificación de la sociedad o, mejor dicho, la sociedad de las masas, cuyas características son -entre otras- la estandarización de intereses, el consumo de los mismos objetos culturales y la originalidad, desecha.
Sin embargo, en una puja por colaborar y por escapar de la masificación, la elección de la vestimenta y el uso de la ropa históricamente ha sido una forma de manifestarse.
“En un mundo donde todo parece dirigirse hacia la personalización y la búsqueda de lo único, los jóvenes encuentran en la ropa una de sus principales formas de expresión”, advirtió a EL DIA la Licenciada en psicología -especializada en imagen personal- y platense, Paula Martínez.
Y agregó: “La forma de vestir traspasa el hecho de cubrirse o de seguir modas pasajeras, ya que se trata de un lenguaje silencioso que transmite quiénes son, a qué grupos pertenecen y qué lugar buscan ocupar en la sociedad”.
Según la profesional, cada prenda elegida es “parte del proceso de construcción de la identidad”, analizó. Quizás un punto culmine es la adolescencia, cuando la búsqueda por la originalidad se vuelve visible y hasta urgente. “Aparece la necesidad de sentirse parte de un grupo, pero también la urgencia de diferenciarse”, señaló Martínez y agregó: “En ese ir y venir, la ropa se convierte en un espejo de la personalidad en formación, un puente entre lo que se siente por dentro y lo que se quiere mostrar hacia afuera”.
LA ROPA, A LO LARGO DE LA VIDA
Todo comienza en la infancia. Durante esa etapa, las elecciones suelen estar bajo el control de los adultos. Pero, a medida que invade la madurez, es cuando comienza la verdadera explosión. Usar ropa cruza el umbral de ser un mero acto funcional para transformarse en una manifestación de la personalidad.
Sin embargo y según Paula Martínez, “la identidad todavía no está consolidada y, por eso, las decisiones al momento de elegir qué ponerse están profundamente influidas por los grupos de pertenencia”, reflexionó. “Vestirse parecido a los amigos, compartir marcas o estilos, genera seguridad, validación y una sensación de inclusión”, continuó.
Cerca de los 25 años, es cuando las personas terminan por definir su propio estilo. Entonces, ocurre la transición: se abandona la necesidad por ser parte sino que, en contraste, se busca la diferencia. Se persigue, así, la individualidad en esa sociedad de masas que tanto agobia.
Martínez, ante ello, expresó: “Surge entonces la pregunta ‘¿quién soy y cómo quiero mostrarme al mundo?’, y en esa respuesta comienza a desarrollarse lo que llamo la identidad estética, que más tarde dará forma al estilo personal.
SER PARTE: ¿NECESIDAD O NECEDAD?
Hay dos polos: la pertenencia y la diferencia. El ser humano rebota contra los extremos y permanece en ese limbo de duda. ¿Qué hago? ¿Soy o no?
“Este ida y vuelta en el que lidiamos permanentemente a veces sin ser conscientes, es el motor que impulsa la exploración estética en los jóvenes”, advirtió Martínez y explicó por qué: “Mientras la pertenencia otorga seguridad y confianza, la diferenciación permite afirmar la individualidad”.
De esta forma, cuando la identidad logra un punto culmine, sólido e íntegro, el estilo se vuelve una “expresión auténtica y coherente de la esencia de la persona”, confesó Martínez.
LAS PRESIONES SOCIALES
Antes fue Facebook o Twitter. A ellas, se agregaron Instagram, TikTok, entre otras. Pero, más allá de cual sea, lo cierto es que nos excede un contexto social marcado por redes sociales e hiper exposición.
Las tendencias sociales llegan en tiempo real y generan una presión que puede ser inspiradora como limitante.
La comparación y la competencia excede a los pares sino que también ocurre con referentes del mundo.
Según la licenciada en psicología, para combatirlo, es clave “el acompañamiento de los adultos: ayudar a que puedan tomar de las tendencias lo que resuene con ellos, sin perder lo genuino de su identidad en construcción”.
Asimismo, la profesional asegura que en “un mundo que avanza hacia la personalización y la búsqueda de lo auténtico, la ropa en los jóvenes no es un detalle superficial, sino una herramienta de construcción de identidad”.
¿Y CÓMO DEBE SER LA COMPAÑÍA?
“Acompañarlos en este proceso implica más que opinar sobre un look, se trata de brindarles confianza para que experimenten, validen sus elecciones y encuentren un estilo que refleje quiénes son en esencia”, analizó Martínez.
En síntesis, la moda pasa pero la identidad permanece. Pero, para que obtenga un sano desarrollo, es necesario una base fuerte y sólida: “Se sostiene en una buena autoestima, en la coherencia y la autenticidad, la ropa deja de ser un disfraz para convertirse en el reflejo genuino de lo que cada persona lleva dentro”, concluyó la profesional.
La ropa en los jóvenes no es un detalle, sino una herramienta que construye identidad
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