El día que los restos de Juan Manuel de Rosas volvieron a Argentina tras permanecer un siglo en un cementerio inglés
| 30 de Septiembre de 2025 | 11:42

El 30 de septiembre de 1989, la Argentina vivió un hecho cargado de simbolismo político y cultural: la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas, exgobernador de Buenos Aires y figura central de la historia nacional del siglo XIX. Tras permanecer más de un siglo en el cementerio inglés de Southampton, donde murió en el exilio en 1877, los restos del caudillo federal regresaron a su tierra natal en una ceremonia que buscó cerrar viejas heridas y reconciliar a la Nación con un pasado atravesado por divisiones.
La llegada a Rosario tuvo un valor especial. En el Monumento a la Bandera se realizó el primer homenaje público, donde autoridades nacionales, provinciales, militares y cientos de ciudadanos se congregaron para rendir tributo. El acto fue transmitido por los principales medios y acompañado por discursos que resaltaban la necesidad de integrar a Rosas al panteón de figuras históricas, más allá de las disputas ideológicas.
Posteriormente, los restos fueron trasladados a Buenos Aires. Su destino final fue el Cementerio de la Recoleta, donde hoy reposan junto a próceres y personalidades de la historia argentina. Allí, una multitud participó de la ceremonia fúnebre, en un marco de fuerte emotividad y debate público.
La figura de Rosas y el exilio
Juan Manuel de Rosas gobernó la provincia de Buenos Aires en dos períodos (1829-1832 y 1835-1852), ejerciendo un poder que trascendía los límites provinciales y que lo convirtió en la figura más influyente de su tiempo. Defensor del federalismo, lideró la Confederación Argentina en momentos clave, como la resistencia frente a las intervenciones extranjeras: la invasión anglo-francesa del Río de la Plata y el célebre combate de la Vuelta de Obligado en 1845, considerado un símbolo de soberanía nacional.
Sin embargo, su estilo de gobierno autoritario, el uso de la Mazorca como brazo de represión política y su prolongada permanencia en el poder generaron fuertes oposiciones. Tras su derrota en la batalla de Caseros en 1852, Rosas partió al exilio en Inglaterra, donde vivió en la granja de su propiedad en las afueras de Southampton. Murió allí en 1877, lejos de su patria, y fue enterrado en el cementerio local.
Lo cierto es que el traslado de sus restos a la Argentina fue gestionado durante el gobierno de Carlos Menem, en el marco de una política de reconciliación nacional que buscaba superar enfrentamientos históricos entre unitarios y federales, liberales y revisionistas. El presidente destacó en su momento que “la historia no puede estar dividida por odios eternos” y que era necesario reconocer tanto los aciertos como los errores de Rosas.
La repatriación también fue leída como un triunfo para el revisionismo histórico, corriente que desde mediados del siglo XX reivindicó la figura de Rosas como defensor de la soberanía frente a las potencias extranjeras y como exponente de un proyecto nacional distinto al liberalismo triunfante tras Caseros.
Repercusiones internacionales y en la prensa
La noticia del traslado de los restos no pasó desapercibida en el ámbito internacional. En Inglaterra, algunos medios británicos destacaron el vínculo de Rosas con el país, recordando que durante sus años de exilio se dedicó a la vida rural, cultivando su granja en las afueras de Southampton y manteniendo contacto con la comunidad local. El The Times llegó a publicar que Rosas había sido “un caballero respetado en su entorno” y que su vida en Inglaterra contrastaba con la imagen feroz que de él se tenía en Sudamérica.
En la Argentina, los principales diarios se dividieron en su cobertura. Mientras sectores revisionistas celebraban el regreso como un acto de justicia histórica, otras voces señalaban la contradicción de homenajear a un líder que había ejercido el poder de manera autoritaria. La prensa internacional, por su parte, observó el hecho como un gesto de reconciliación política en un país que, en aquellos años, todavía atravesaba el proceso de consolidación democrática tras la última dictadura militar.
Memoria y debate
A más de tres décadas de aquel suceso, la repatriación de los restos de Rosas sigue siendo recordada como un gesto que intentó cerrar una larga herida histórica. Su figura, admirada por unos y cuestionada por otros, permanece como objeto de debate en la historiografía y en la política argentina. Para muchos, su regreso en 1989 representó la voluntad de reconciliación con un pasado complejo; para otros, fue la confirmación de que las tensiones del siglo XIX aún proyectan su sombra en la identidad nacional.
Lo cierto es que aquel día de septiembre, en Rosario y luego en Buenos Aires, miles de argentinos fueron testigos de un hecho que buscó restituir a Rosas el lugar que, con sus luces y sombras, ocupa en la memoria colectiva de la Nación.
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