Chango Más, Havana y Coto: la guerra de marcas para comprar Carrefour

Se disputan el negocio de una de las cadenas de supermercados más grandes de la Argentina. Quién pica en punta

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La venta de los activos locales de Carrefour, una de las cadenas de supermercados de la Argentina más grande, entra en su etapa final. El holding francés anunciará antes de octubre qué grupo se quedará con el control de una operación que incluye 690 locales en 22 provincias, 17.000 empleados, un banco propio y activos inmobiliarios estratégicos. La cifra de cierre rondaría entre los 800 millones y los 1.200 millones de dólares, lejos de los 2.000 millones que el directorio europeo reclamaba al inicio de la negociación.

Carrefour desembarcó en 1982 en San Isidro con su primer hipermercado y se consolidó con fuerza tras la compra de Supermercados Norte en 2001. Hoy maneja un imperio que va desde los hipermercados tradicionales hasta el modelo Express, además de la marca Market y el mayorista Maxi. Sin embargo, en los últimos años dependió de asistencia de su casa matriz para sostenerse en un mercado local golpeado por el consumo en caída y la rentabilidad en mínimos históricos.

El proceso, encabezado por el Deutsche Bank, puso en carrera a tres grupos de peso. El que aparece con mayores chances es Francisco De Narváez, dueño de Changomás. En 2020 sorprendió al comprar Walmart Argentina, que rebautizó y relanzó con una fuerte inversión de más de 120 millones de dólares. Hoy opera 92 tiendas con 9.400 empleados y presencia en 21 provincias. Si logra sumar Carrefour, su red de locales alcanzaría dimensiones inéditas y lo consagraría como el nuevo “zar” del supermercadismo argentino. Según fuentes del mercado, el banquero y exdiputado ya está gestionando líneas de crédito para encarar la compra.

En un segundo escalón aparece Alfredo Coto, histórico referente del sector, con más de 120 sucursales y 20.000 empleados. Su poder está concentrado en el Área Metropolitana, pero en los últimos años expandió presencia en el interior. El empresario armó un equipo encabezado por su hijo Germán y contrató a la consultora S+R, con la exdirectiva automotriz Isela Costantini como asesora. Para Coto, quedarse con Carrefour significaría dar un salto hacia formatos en los que no tiene tanta penetración, como la red de tiendas Express y Market, que apuntan al consumo de cercanía en barrios y ciudades medianas.

La tercera alternativa es una jugada conjunta de Inverlat y Newsan. Ambos comenzaron la carrera por separado, pero decidieron unir fuerzas para competir con más peso. Newsan, propiedad de Rubén Cherñajovsky, es un conglomerado diversificado que domina la electrónica de consumo con marcas como Noblex, Atma y Philco, pero también desembarcó en alimentos, energía y perfumería. Inverlat, en tanto, es dueña de Havanna y tiene intereses en energía, retail y gastronomía con franquicias como KFC y Wendy’s. La alianza les permite ofrecer un proyecto que, a diferencia de Coto o De Narváez, no requiere la intervención de Defensa de la Competencia, ya que ninguno posee supermercados.

La pulseada también atrajo a otros nombres que quedaron en el camino. La familia Braun, propietaria de La Anónima, se mostró interesada aunque con menor exposición. También hubo acercamientos de inversores chinos y del empresario Manuel Antelo junto a la uruguaya Tienda Inglesa, pero las conversaciones no prosperaron.

La pulseada atrajo a otros nombres que quedaron en el camino, como el de La Anónima

El precio de referencia fijado en torno a los mil millones de dólares incluye no sólo la red de locales y el banco propio, sino también la condición de no poder usar la marca Carrefour en el país una vez concretada la venta. A esto se suman pasivos y juicios laborales que presionan a la baja la valuación.

Un factor clave será el dictamen de Defensa de la Competencia. Si Carrefour termina en manos de Coto o de De Narváez, el Gobierno deberá evaluar una eventual posición dominante en varias provincias y, de ser necesario, imponer desinversiones para evitar un monopolio regional. Esa revisión podría demorar los tiempos del traspaso, aun cuando el anuncio oficial esté previsto en pocas semanas.

El trasfondo es el mismo que ya marcó la salida de Walmart en 2020: la dificultad de sostener negocios de consumo masivo en un país donde los márgenes se achican por inflación, caída del poder adquisitivo y regulaciones de precios.

 

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