Se encendió Riquelme y Boca volvió a hacer historia
Ganó 2-0 la revancha y ahora puso la mira en el Mundial de clubes
| 21 de Junio de 2007 | 00:00

Boca ganó el boleto al mundial de clubes que se disputará en diciembre en Japón, al que ya tienen boletos el Milan, campeón de Europa, y Pachuca, rey de la CONCACAF.
Riquelme, genio y figura, disputó su último partido con el equipo xeneize y se despidió con una obra maestra, incluyendo un primer gol a los 23 minutos digno de enmarcar: recibió un pase corto en la esquina derecha del área grande, se dio media vuelta y sacudió un latigazo que entró por el ángulo derecho del arco defendido por Sebastián Saja. El segundo fue a los 35', cuando empujó al fondo de las mallas el rebote de un disparo de Rodrigo Palacio, tapado inicialmente por Saja.
Boca hizo bien los deberes. O mejor, hizo lo que se imponía en esa caldera que era anoche el estadio Olímpico. Primero, jugó con mucha serenidad. Después, calibró lo que proponía el rival, y fue a pelear el partido en el mediocampo, lejos de su arquero Caranta.
Manejó todo con inteligencia aprovechando las urgencias y los nervios de un Gremio que en el primer tiempo no mostró muchas ideas, al margen que sobre el final un remate cruzado de derecha a izquierda de Diego Souza hizo estremecer el travesaño de Caranta.
El local salió a presionarlo a Boca. Lo hizo en los primeros diez minutos en donde soltó a laterales y volantes. Pero poco a poco el equipo xeneize le fue encontrando la vuelta y, a partir de que Riquelme se hizo de la pelota, le fue quitando ritmo a su rival, transmitiéndole un gran nerviosismo que trajo aparejado mucha imprecisión.
El partido fue caliente. Menudearon algunas piernas fuertes. Y con falencias del árbitro al margen, lo cierto es que Boca, bien despierto, metió un par de corridas peligrosas que pudieron haber terminado en gol. Al margen de eso, el trabajo del fondo xeneize resultó impecable.
En ese clima de partido, luchado, trabado y peleado en el medio, y luego que el Gremio no había llegado hasta Caranta, Palacio tuvo un mano a mano con Saja que tapó angustiosamente Saja, y después tras un buen desborde de Cardozo tras una contra de Riquelme, Palermo quedó en posición de gol pero el capitán lanzó la pelota afuera.
Boca apeló a su inteligencia no solamente para aguantar el partido, sino para maniatarlo a los locales y después, de contragolpe, generó un par de jugadas de riesgo cuando las contingencias del juego se lo posibilitaron. El equipo de Menezes, sin control de la pelota, fue presa de la desesperación y los nervios y cayó en la celada que le tendió el equipo argentino.
Con todo bajo control, y luego de calibrar que el Gremio no era, ni por asomo, el equipo que se esperaba para la revancha y de local, Boca, que siguió destilando solvencia defensiva, se fue nuevamente animando en ataque.
Claro que pasó antes por un momento de apremio, cuando a los 5' del complemento Schiavi (había ingresado por Teco) estrelló un cabezazo en el palo derecho de Caranta. El rebote le quedó a Diego Souza que remató hacia la valla pero el arquero boquense atrapó angustiosamente abajo.
Después sí, apareció en toda su dimensión Boca y su gran conductor, Juan Ramón Riquelme.
Volcado en la ofensiva, maniatando las intentonas de los brasileros, a los 23' Riquelme ingresó libre por derecha y despidió un derechazo alto y cruzado que superó totalmente la estirada de Saja y el balón se clavó contra el palo derecho. Un golazo.
La ventaja tranquilizó aún más al equipo de Miguel Angel Russo que siguió en la postura de seguir presionando al Gremio. Así, a los 35' en un contragolpe, Riquelme habilitó a Palacio por derecha, que llegó al fondo y metió el centro bajo al área chica, hubo rebote en Saja y el propio Riquelme, entre varios rivales, llegó por el medio para tocar corto y poner el 2 a 0.
Pudo haber repetido el 3-0 de la Bombonera, porque a los 39' Schiavi le cometió un claro penal a Palermo (lo tomó del cuerpo al ir a buscar un centro), pero el zurdazo del capitán boquense se fue afuera contra el palo izquierdo de Saja.
Riquelme, genio y figura, disputó su último partido con el equipo xeneize y se despidió con una obra maestra, incluyendo un primer gol a los 23 minutos digno de enmarcar: recibió un pase corto en la esquina derecha del área grande, se dio media vuelta y sacudió un latigazo que entró por el ángulo derecho del arco defendido por Sebastián Saja. El segundo fue a los 35', cuando empujó al fondo de las mallas el rebote de un disparo de Rodrigo Palacio, tapado inicialmente por Saja.
Boca hizo bien los deberes. O mejor, hizo lo que se imponía en esa caldera que era anoche el estadio Olímpico. Primero, jugó con mucha serenidad. Después, calibró lo que proponía el rival, y fue a pelear el partido en el mediocampo, lejos de su arquero Caranta.
Manejó todo con inteligencia aprovechando las urgencias y los nervios de un Gremio que en el primer tiempo no mostró muchas ideas, al margen que sobre el final un remate cruzado de derecha a izquierda de Diego Souza hizo estremecer el travesaño de Caranta.
El local salió a presionarlo a Boca. Lo hizo en los primeros diez minutos en donde soltó a laterales y volantes. Pero poco a poco el equipo xeneize le fue encontrando la vuelta y, a partir de que Riquelme se hizo de la pelota, le fue quitando ritmo a su rival, transmitiéndole un gran nerviosismo que trajo aparejado mucha imprecisión.
El partido fue caliente. Menudearon algunas piernas fuertes. Y con falencias del árbitro al margen, lo cierto es que Boca, bien despierto, metió un par de corridas peligrosas que pudieron haber terminado en gol. Al margen de eso, el trabajo del fondo xeneize resultó impecable.
En ese clima de partido, luchado, trabado y peleado en el medio, y luego que el Gremio no había llegado hasta Caranta, Palacio tuvo un mano a mano con Saja que tapó angustiosamente Saja, y después tras un buen desborde de Cardozo tras una contra de Riquelme, Palermo quedó en posición de gol pero el capitán lanzó la pelota afuera.
Boca apeló a su inteligencia no solamente para aguantar el partido, sino para maniatarlo a los locales y después, de contragolpe, generó un par de jugadas de riesgo cuando las contingencias del juego se lo posibilitaron. El equipo de Menezes, sin control de la pelota, fue presa de la desesperación y los nervios y cayó en la celada que le tendió el equipo argentino.
Con todo bajo control, y luego de calibrar que el Gremio no era, ni por asomo, el equipo que se esperaba para la revancha y de local, Boca, que siguió destilando solvencia defensiva, se fue nuevamente animando en ataque.
Claro que pasó antes por un momento de apremio, cuando a los 5' del complemento Schiavi (había ingresado por Teco) estrelló un cabezazo en el palo derecho de Caranta. El rebote le quedó a Diego Souza que remató hacia la valla pero el arquero boquense atrapó angustiosamente abajo.
Después sí, apareció en toda su dimensión Boca y su gran conductor, Juan Ramón Riquelme.
Volcado en la ofensiva, maniatando las intentonas de los brasileros, a los 23' Riquelme ingresó libre por derecha y despidió un derechazo alto y cruzado que superó totalmente la estirada de Saja y el balón se clavó contra el palo derecho. Un golazo.
La ventaja tranquilizó aún más al equipo de Miguel Angel Russo que siguió en la postura de seguir presionando al Gremio. Así, a los 35' en un contragolpe, Riquelme habilitó a Palacio por derecha, que llegó al fondo y metió el centro bajo al área chica, hubo rebote en Saja y el propio Riquelme, entre varios rivales, llegó por el medio para tocar corto y poner el 2 a 0.
Pudo haber repetido el 3-0 de la Bombonera, porque a los 39' Schiavi le cometió un claro penal a Palermo (lo tomó del cuerpo al ir a buscar un centro), pero el zurdazo del capitán boquense se fue afuera contra el palo izquierdo de Saja.
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