Tras la tormenta, la Presidenta busca retomar la iniciativa

Cristina Kirchner retomó la iniciativa política, luego de la actitud defensiva que debió adoptar a la fuerza durante las aciagas semanas del paro agropecuario, los cacerolazos y los golpes de Luis D'Elia.

Guardó el tono desafiante de otras jornadas y mostró el perfil que más le gusta durante su viaje a Francia, plagado de sonrisas y gestos de amistad, pero con escasos resultados para exhibir.

En esta oportunidad, quedó para su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, pasar las facturas del caso a todo aquel que se atrevió a desafiar el poder que empezó a construir hace cinco años.

Fue durante el acto realizado en la Federación Argentina de Municipios (FAM), donde evidenció que para él las heridas no cierran con facilidad.

Hasta se habla de represalias para los que se atrevieron a discutir las decisiones oficiales para el campo, funcionarios, gobernadores y hasta medios de comunicación.

Algo de ello empezó a sentir el gobernador Mario Das Neves porque criticó al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, por haber sido el que avaló las retenciones móviles que desataron la furia de los productores.

En cambio, con un rostro más distendido se la vio a la Presidenta cuando se reunió con los dirigentes del campo, en su despacho.

El encuentro fue pactado en reserva entre el jefe de Gabinete y los dirigentes unos días antes de esa reunión en la Rosada.

El funcionario los llamó y les dijo que el camino ideal es que pidieran una audiencia y que de inmediato iba a ser concedida.

Así fue, y se reinició una cuidadosa negociación, ya que las entidades siguen teniendo la presión de las bases.

No son pocos los chacareros que quieren volver a la protesta si no se encuentran rápidas soluciones a los reclamos del sector lechero, de las economías regionales, de los productores de granos y carnes.

Por lo pronto, las dos partes de la negociación tienen la tarea de enfriar el conflicto para poder negociar una batería de medidas por lo menos hasta que se cumpla el día 30 de la tregua.

Todos saben que es impensable diseñar en un plazo tan corto un plan estratégico para el campo que supere las coyunturas.

Hoy por hoy, ninguno de los integrantes de las cúpulas empresariales piensa seriamente en volver a las rutas, aunque hay dirigentes que ganaron mucho liderando los piquetes, como el entrerriano Alfredo De Angeli.

Este utiliza, ahora, mucho de su tiempo para recorrer zonas agropecuarias de distintos puntos del país, en algo que se parece a una campaña proselitista, y en algunos lugares se lo recibe como un héroe.

Para "correr por izquierda" a la Federación Agraria y al propio De Angeli, el Gobierno designará a Osvaldo Lovey al frente de la anunciada Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar.

Lovey proviene de las combativas Ligas Agrarias y por su militancia sufrió los dolores de la persecución, el exilio y la cárcel. Su mayor convencimiento es que se debe "redistribuir la renta".

Durante la reunión realizada en la Casa Rosada, Cristina le pidió a los líderes agrarios tolerancia a la hora de negociar y no adoptar la actitud de que "si no me gusta, me levanto y me voy".

ACERCAMIENTO CON EEUU

Otro acercamiento se dio con los Estados Unidos, durante la visita del subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Thomas Shannon, encuentro postergado por el distanciamiento que había provocado el caso de la valija de Antonini Wilson.

Desde que asumió, la jefa de Estado se planteó mantener relaciones "maduras" con Washington, pero desde el vamos su deseo se truncó por este affaire que aún transita por aguas de borrascas.

La desconfianza se afianzó por los votos de fe del Gobierno a la administración venezolana de Hugo Chávez.

Como una paradoja, casi en simultáneo en que se recibía aquí a Shannon, en el país caribeño se anunciaba la nacionalización de la empresa argentina Sidor, del grupo Techint.

Cristina habló dos veces con el mandatario venezolano, pero ahora no hubo marcha atrás. Será un signo de enfriamiento de ambas naciones y también del convencimiento de Chávez de que nunca su país ingresará al Mercosur. Seguramente en poco tiempo se sabrá.

En el Gobierno están convencidos que el deshielo de las relaciones con el país del norte es uno de los pocos caminos que quedan para generar cierto clima de confianza que atraigan las necesarias inversiones.

Por eso sonaron como a música las palabras del enviado del Gobierno de George Bush cuando dijo que se país no se opone a la decisión argentina de negociar la deuda con el Club de París sin necesidad de monitoreos del FMI.

Algo similar escuchó el ministro Martín Lousteau de boca del secretario del Tesoro, Henry Paulson, mientras que el jefe de Gabinete expresó que se podría aceptar con el control de otra entidad, como el Banco Interamericano de Desarrollo.

Sí, el Gobierno envió gestos de distensión a flancos en conflicto, pero a su vez endureció su posición contra la prensa y un grupo empresario en particular.

Como ha sucedido en los comienzos de cada gobierno democrático posterior a la dictadura, el actual ha blandido el sable de una modificación en la Ley de Radiodifusión, que entre otros puntos restringiría la concentración mediática.

Precisamente, uno de los pocos artículos modificados de la Ley que viene de las dictadura fue la eliminación, durante el Gobierno de Carlos Menem, del artículo 45 que prohibía que el dueño de un medio gráfico pudiera operar otro audiovisual.

El flamante titular del COMFER, Gabriel Mariotto, dijo que tiene el "mandato expreso" del secretario de Medios, Enrique Albistur, de modificar la estratégica normativa.

Con ese cometido, ya se empezaron a desempolvar varios proyectos que se encontraban en despachos oficiales o de legisladores. Mientras tanto, la batalla se intensificó y la guerra amenaza con ser extensa.

Aunque vale recordar que las intenciones de actualizar la Ley de Radiodifusión siempre terminaron naufragando en las necesidades políticas de los gobiernos de turno.