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Revista Domingo |LITERARIAS

Manuel Mujica Lainez

El centenario de Manucho

Manuel Mujica Lainez

Manuel Mujica Lainez

12 de Septiembre de 2010 | 00:00
Con una literatura lujosa que reflejó su origen aristocrático y un tono melancólico que acompañó sus descripciones sobre la formación de la identidad argentina, el escritor Manuel Mujica Lainez -de quien ayer conmemoró el centenario de su nacimiento- se ha convertido en uno de los íconos literarios del siglo XX.

Mujica Lainez nació el 11 de septiembre de 1910 en Buenos Aires en el seno de una familia de ilustres apellidos entre cuyos antepasados se encuentra el fundador de Buenos Aires, Juan de Garay y debe a su abuelo materno el gusto por la literatura.

Su formación arrancó en Buenos Aires, a partir de 1923 continuó en Francia e Inglaterra -donde se forjó al calor de clásicos como Moliere, Racine y Shakespeare, entre otros- y se terminó de moldear bajo la geografía porteña, donde cursó la carrera de Derecho hasta que en 1932 ingresó en el diario La Nación.

A partir de entonces comenzó una extensa carrera periodística y literaria que se desarrolló a lo largo de medio siglo y se reflejó en más de cuarenta libros y numerosos premios, entre ellos el Gran Premio de Honor de la SADE en 1955 por su novela La casa y el Primer Premio Nacional de Literatura por Bomarzo.

También obtuvo prestigiosos galardones internacionales como el de Comendador de la Orden del Mérito otorgado por Italia y la Legión de Honor entregada por el gobierno francés.

HISTORIA Y FANTASIA

La obra de Mujica Lainez está atravesada por dos grandes ejes: su interés por la Historia -la argentina pero también la europea- y paralelamente por el género fantástico.

Uno de los pilares de su narrativa fue el abordaje de temas vinculados a la identidad argentina, una temática que cristalizó en obras como Canto a Buenos Aires (1943); Aquí vivieron (1949) y, especialmente, en el volumen de cuentos Misteriosa Buenos Aires (1950).

En esta colección presenta cuarenta y dos relatos de corte histórico y fantástico desarrollados por diferentes voces y personajes que narran historias singulares ambientadas en la ciudad de Buenos Aires desde su primera fundación hasta el siglo XX.

Conquistadores, mujeres aventureras, bufones, criollas, hombres de circo, gauchos y santos, negros y artesanos desfilan por estos textos, donde se mezclan el rigor histórico con lo sobrenatural.

La tradición familiar se convirtió en fuente inagotable de temas, tanto en lo que se refiere a personajes como a historias: así por ejemplo en Los porteños no se cansa de elogiar a sus ancestros, integrantes de familias patricias y a su vez descendientes de personajes gloriosos.

La temática histórica se despliega también en los cuentos de Crónicas reales (1967) que, con humor, narran las andanzas de los reyes de un inexistente país europeo y El laberinto (1974), supuestas memorias de un aventurero español en la época de la conquista.

La última incursión del autor en la novela histórica fue El escarabajo (1981). Otras de sus obras son Vida de Aniceto el Gallo (1943), Vida de Anastasio el Pollo (1947), Miguel Cané (Padre) (1942), Cecil (1972), Sergio (1976), El brazalete y otros cuentos (1978) y Un novelista en el Museo del Prado (1984).

RETRATOS DE UNA CLASE

Con una buena dosis de escepticismo e ironía, el escritor retrató a la clase alta porteña en Los viajeros (1955) e Invitados en El Paraíso (1957, aunque su narrativa más celebrada es la que puso en foco su inclinación a lo fantástico: dentro de este núcleo se destacaron Bomarzo (1962) y El Unicornio (1965).

Bomarzo, tal vez la más emblemáticas de sus obras, está ambientada en Italia durante el esplendor de las cortes renacentistas y constituye la biografía del duque Pier Franceso Orsini.

La novela es el reflejo de un hombre -deforme, culto, solitario y violento- y de un tiempo (el Renacimiento en todo su esplendor, protagonizado por los Orsini, los Médicis, Gonzaga, Colonia, etcétera) excepcionales, donde el espacio se convierte en una obra de arte.

Con un tono que logra combinar la melancolía con el humor y la ironía, Mujica Lainez se caracterizó también por un estilo literario que se vale de un español culto adornado hasta el barroquismo y una sintaxis exuberante.

Muchas de las novelas y cuentos del escritor fueron adaptados por el cine y a la TV, pero tal vez la transpolación más célebre fue la que hizo el compositor Alberto Ginastera, quien realizó una ópera basada en Bomarzo, estrenada en Washington en 1967 y ampliamente elogiada por la crítica.

La ópera fue prohibida durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, en uno de los más célebres casos de censura que tuvieron lugar en la Argentina.

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