Minutos trascendentes

Por Luis Martorelli (*)

Durante miles de años la Tierra albergó entre sus especias al ser humano. Este nació, creció, se desarrollo y modificó a su gusto el paisaje de su planeta; La Tierra es sin duda su cuna, pero el hombre no vive toda la vida en su cuna. Esta cuna comenzaba a quedarle chica y fue un tal Yuri Gagarin quien con ese pequeño, casi relativo salto cósmico, permitió que la conciencia del hombre cambiara por completo.

Las religiones miraron con recelo. ¿Se podía alcanzar el cielo? ¿Como? ¿Ese lugar no era inmortal e intocable? ¿Se podía mirar al planeta azul sin los pies en la Tierra? Tal vez no nos dimos cuenta de inmediato, pero el tiempo comenzó a decirnos que El Gran Salto al espacio era posible, que la ciencia ficción con sus viajes a Marte, a la Luna, a mundos lejanos y plagados de peligros podía algún día hacerse realidad. Era la época de la guerra fría, teníamos miedo de que la Energía nuclear descontrolada, hiciera desaparecer la vida sobre este mundo azul. Sin embargo, haciendo una retrospectiva histórica, aquel día de 1961 le permitió al hombre dar ese salto de calidad que necesitaba para controlar mejor esa tecnología, implementar ciencia en el espacio, hacer descubrimientos biológicos, médicos, anatómicos, biotecnológicos, que de otra manera jamás hubiera realizado.

Pienso sin duda que, hace 50 años, esos pocos minutos en el espacio han sido quizás los momentos mas trascendentales de la especie humana. ¿Por qué? Por la aceleración del desarrollo tecnológico, las competencias técnicas globales, el increíble avance de las comunicaciones, la medicina y la ingeniería espacial, y por sobre todas las cosas, el conocimiento cabal de ser apenas un delicado punto azul en la inmensidad del universo.

(*) Astrónomo de la UNLP

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