Entre aplausos y silbidos

Algunos premiaron la entrega, otros reprobaron el resultado

SENSACIONES
Por WALTER EPÍSCOPO

Después de lo ocurrido una semana antes ante Aldosivi, no se podía volver a fallar. Había que sumar sí o sí de a tres para no seguir dejando escapar puntos y posibilidades de cortarse del resto. Troglio pidió paciencia y apoyo, sobre todo para los más pibes. Y la gente volvió a llenar el Bosque con ilusión, y por momentos fue calcado lo que ocurrió ante los marplatenses con lo que se vivía ahora ante los cordobeses. “Hoy hay que ganar, hoy hay que ganar, hoy hay que ganar basurero, hoy hay que ganar...” cantaba la gente. Y el equipo iba, pero una vez más un arquero visitante se agrandaba y tapaba todo.

El hincha se empezaba a mirar de reojo como diciendo, “otra vez no por favor”. Y sí, fue prácticamente todo del Lobo, que empujado por su gente buscó por los costados, por el centro, por arriba, por abajo, ¡hasta de penal! ¡y dos veces! Y no pudo.

La frase de “los goles que se erran en el arco de enfrente después se sufren en el propio” empezó a sobrevolar el Bosque. Porque parecía increíble lo que se estaba viendo. La gente por momentos se tomaba la cabeza. Miraba al cielo. Largaba un insulto al aire. Un penal atajado... Un penal desviado... Un remate de Cabrera que da en el palo, pega en el arquero y sale de manera increíble. A esa altura el partido se tornaba dramático porque se sumaban las expulsiones de Nacho Fernández y el Pepe Basualdo.

El momento que vive el hincha es a puro corazón y sentimiento, reacciona como le sale. Y obvio quiere creer en algo o en alguien. Capaz de aplaudir al Flaco Quiroga cuando ingresó en el complemento, y terminar puteándolo un rato después. Merecido también el aplauso para la entrega y el coraje del pibe Mussis, que va para adelante como una topadora. O para un Pucho Barsottini que robó una pelota en su área en tiempo de descuento y picó hasta el otro arco buscando el pase del colombiano Peralta que la terminó tirando pasada, pero el zaguero dejó el corazón en esa corrida.

El ¡Dale Lobo, dale Lobo, dale Lobo! empezó a escucharse más fuerte que nunca en ese segundo tiempo dramático. Porque el hincha desde afuera vio que el penal errado por Monetti, fue un golpe anímico terrible. Hubo minutos donde el equipo estuvo como perdido, como ciego sin saber por donde andar.

La multitud que una vez más colmó el Estadio del Bosque cantó más que nunca tratando de empujar al equipo hasta el final. Y oportunidades hubo para lograr ese bendito gol, pero el rival también tuvo alguna contra peligrosa que le cortó la respiración a más de un hincha Tripero.

En el final, hubo aplausos pero también algunos silbidos -como ante Aldosivi-, tal vez de bronca, de impotencia porque otra vez un equipo foráneo con prácticamente nada y sin merecerlo, se lleva algo del Bosque y priva a los de Troglio sumar de a tres. De los dos, claramente mereció ganar Gimnasia, pero es tan viejo como el fútbol aquello de que los goles se hacen, no se merecen. Pero hubo esfuerzo, entrega, y por eso los aplausos también.

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