Historias de sifones y botellas

Fue a fines de los años 80 cuando Luis Alberto Taube comenzó a observar que los sifones y botellas de gaseosas comenzaban a ser sustituidos por botellas de plástico y, ya previendo que iban a desaparecer, decidió

comenzar a juntarlos.

“Con el tiempo -cuenta- comencé a ver que en cada pieza que guardaba había diferencias, ya sea de marcas, colores y capacidades. Después comencé a ver detalles más sutiles, y el placer de tener esos objetos se me hizo cada día más tentador.

Así fue que fui incorporando sifones de diferentes soderías, luego la primer máquina que llenaba los sifones, herramientas y publicidades, y llegó un punto en que comencé a dedicarle mi tiempo a full, al punto que el 26 de abril del año 2003 inauguré el “Museo de la Soda”, que

hoy ocupa tres salas con un total de 225

metros cuadrados”.

El “Museo” de Taube está en su casa de 60 y 128, y lo continúa aumentando con el mismo entusiasmo del primer día.

“Todavía hoy sigo buscando por toda la República Argentina y otros países que tuvieron soda, alguna pieza que no tengo, siempre con las mismas ganas. Y me metí tanto en el asunto, que me puse a escribir un libro que titulé “La Historia del Sifón y la Soda en Argentina”.

LAS BOTELLAS DE ANTAÑO

Sergio Martínez Pintos colecciona botellas antiguas desde el año 1997, y asegura que lo hace porque “siempre me gustó el vidrio y las historias de los envases y los boliches. Actualmente tengo alrededor de 800 piezas, a las que le dedico una habitación de mi casa y parte de un garage”.

Sergio sabe mucho de botellas, pero quiere saber todavía más y a esa búsqueda le dedica nunca menos de dos horas diarias “y un gasto de aproximadamente 150 pesos por mes, según lo que aparezca.

Pero también lleva mucho tiempo la búsqueda de datos de fábricas de envases y pulperías en donde se fabricaban o vendían.

Las botellas son mi colección principal, pero también me gustan los autos antiguos, y correr carreras de regularidad con ellos es otro de mis hobbies”.

PASION POR LA CERVEZA

Juan Carlos De Marco tiene 58 años y es el presidente de los Coleccionistas Platenses. En su caso, la pasión por el coleccionismo comenzó desde muy chico con monedas y figuritas, hasta que llegó a sus manos una botella de cerveza que se asemejaba a una vieja botella del siglo XIX de cerámica de gres. A partir de allí, se apasionó por el mundo de la cerveza para comenzar a incorporar botellas, posavasos, jarras, latas, pines, etc.

“La “manía” del coleccionismo es un gusto personal que tiene un poco de locura, pasión y curiosidad pero mucho de obsesión -cuenta Demarco- aunque con el tiempo este temperamento se va morigerando y acomodando un poco a niveles más lógicos y sensatos, aunque yo en el año 1995 recuerdo haber ido a Escocia pura y exclusivamente a buscar una sola botella de cerámica y a conocer el sitio donde se enclavó la vieja fábrica de estas

piezas, con sus hornos de hasta 30 metros de alto que cocinaban a 1.400 grados de temperatura. Los hornos obviamente ya no estaban, pero la sensación de plenitud al entrar a las instalaciones de la actual fábricade yeso que ocupa el predio, en el barrio de Port Dundas, en el puerto de Glasgow, fue indescriptible”.

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