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China, la puja por el poder y una polémica destitución

En lo que sería una maniobra política, un prominente líder chino perdió sus cargos, acusado de estafas y torturas. A su esposa la investigan por un asesinato

3 de Junio de 2012 | 00:00

Clic para ampliarA pocos meses de la renovación de la cúpula china, en octubre, la lucha por el poder en el gigante asiático adquirió tintes de novela negra tras la purga de uno de sus más prominentes líderes, Bo Xilai (62), y la detención de su mujer como sospechosa del homicidio de un empresario británico. El último capítulo de esta crisis política, considerada por los expertos la mayor desde la matanza de Tiananmen de 1989, comenzó a escribirse en abril último, cuando el Partido Comunista lo destituyó de su puesto en el Comité Central y en el Politburó, la cúpula del gobierno, mientras que su esposa fue acusada de asesinato. La medida podría desembocar en su expulsión, su posible arresto y el probable fin de su carrera política.

Bo conserva su popularidad a pesar de tener en contra la maquinaria del todopoderoso Partido Comunista. En parques y plazas de Chongqing, la mega urbe que gobernó durante los últimos cuatro años, la gente lo reconoce por su audacia en la creación de empleos y por aplastar al crimen organizado, y niega que Bo haya cometido más excesos que otros políticos. En un momento en que una población cada vez más educada y próspera busca ser más escuchada, él fue -según los expertos- un ejemplo importante de un nuevo tipo de políticos capaces de cosechar el apoyo de las masas y de usar a la prensa.

LIDER DE SU GENERACION

Su caída ofrece un inusual vistazo a las peleas internas entre los gobernantes de China, que normalmente arreglan sus diferencias a puertas cerradas. La duda ahora es si volverán a las viejas prácticas o adoptarán en parte los métodos más populistas de Bo -incluso si lo expulsan- mientras buscan mantener el apoyo público al gobierno del Partido Comunista. “Bo cambió las percepciones sobre cómo la gente ve a sus líderes. Era único en su generación”, señalan los especialistas.

En momentos en que el presidente chino Hu Jintao y otros líderes se preparan para dejar sus cargos como parte de la transferencia generacional que se hace cada diez años, Bo era visto como alguien que podía movilizar a chinos apáticos y llevar al país a una

nueva d i r e cción. Los analistas lo veían como un importante candidato para ocupar un asiento en el Politburó de nueve integrantes, el vértice del poder del partido.

Bo se caracterizó por tener un mensaje y una personalidad propios. Sus políticas -un papel firme del estado en la economía, más programas sociales para las clases trabajadoras y un nostálgico mensaje comunista de esfuerzo colectivo para construir una nación fuerte- se conocían como el Modelo Chongqing, y Bo lo promovía constantemente. Trajo a académicos para que redactaran las políticas y cortejó a la prensa para que informara sobre ellas, cosechando fama nacional, e incluso sus partidarios subían videos a internet.

¿UNA ESPOSA ASESINA?

Pero un extraño incidente ocurrido en febrero descarriló su carrera. La trama dio un giro tras la detención de Gu Kailai, esposa de Bo, como sospechosa de la muerte del empresario británico Neil Heywood, cercano a la familia Bo, pese a que la policía china había sostenido desde el principio que el fallecimiento, ocurrido en noviembre último, se debía a un “posible exceso de alcohol”. La detención de Gu concuerda con las declaraciones supuestamente hechas por Wang Lijun, ex agente anticorrupción de Bo, cuando

pidió asilo al consulado de Estados Unidos, primero en Chengdu (próxima a Chongqing) y luego en Beijing, en las afirmaba que Heywood había sido envenenado y que había discutido con la esposa de su jefe Bo por negocios.

Sin embargo, algunos expertos desconfían de ese móvil económico, a no ser que Gu estuviera preocupada ante la posibilidad de que Heywood pudiese revelar información comprometida sobre ella y su marido. La supuesta confesión de Wang Lijun, quien podría ser condenado a muerte por traición al revelar secretos del Partido Comunista “al enemigo” (EE UU), precipitó la destitución de Bo al mando de Chongqing.

LLUVIA DE DENUNCIAS

Con Bo a la defensiva, surgieron otras acusaciones que incluyen estafas, uso de tortura para obtener confesiones, procesos judiciales selectivos y procedimientos ilegales en los operativos contra mafiosos. Por caso, el abogado Li Zhuang estuvo preso durante un año y medio bajo el cargo de ayudar a su cliente (un capo mafioso) a fabricar una denuncia de tortura durante el interrogatorio policial, una acusación que él niega. Al respecto, Li dijo que estuvo atado a una silla de metal y privado del sueño durante 72 horas. “Se debe enfrentar a los gángsters, pero tiene que hacerse conforme a la ley”, expresó Li, cuyo cliente es el presunto jefe de la mafia Gong Gongmo, quien habría sido colgado del techo con las esposas durante el interrogatorio, después del cual recibió cadena perpetua.

Bo, como hijo de uno de los aliados más fuertes de Mao Zedong, es uno de los “príncipes” de China, cuyo pedigree político le facilitó el ingreso al mundo empresarial y al liderazgo en el Partido Comunista, en contraste con aquellos como el presidente Hu, que proviene de una familia humilde. El bautismo político de Bo llegó con la Revolución Cultural, el experimento radical de Mao. Bo encabezó una violenta facción de la Guardia Roja conformada por universitarios, que tenían como objetivo a los funcionarios que no contaban con sus antecedentes revolucionarios. Cuando cambiaron los tiempos políticos, estuvo cinco años encarcelado.

Según analistas, el mensaje de Bo en Chongqing encontró eco en los chinos que quieren un país fuerte y disciplinado y que cuestionan a los actuales líderes, a los que tildan de demasiado débiles y capitalistas. Bo, al que se relaciona con el ala más izquierdista del partido, despertaba suspicacias por su “afán de protagonismo” y su caída en desgracia podría derivar en un cisma entre conservadores y progresistas.

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