La movida náutica no para y el Río ya es una pista multitudinaria
| 20 de Octubre de 2013 | 00:00

El furor crece, tanto que ya no parece ser un “boom” efímero sino más bien una tendencia que llegó para quedarse. Cada vez es más evidente el acercamiento de la gente a las actividades vinculadas al río, y la postal de las playas, tanto las de Ensenada como las de Berisso, sin distingos de temporadas, se recargan de veleros, gomones y semirrígidos, kayaks, y todo el resto propulsado por velas, como el windsurf y el kitesurf.
Tal es la atracción por las costas de esta región que en los distintos clubes náuticos ya no quedan amarras, las guarderías de las embarcaciones no alcanzan, los veleros coparon todos los espacios disponibles cercanos a los muelles y las escuelas de windsurf y kitesurf no dan abasto con la cantidad de aspirantes.
Al fenómeno contribuyen las ventajas que ofrece el Río de la Plata en Ensenada y en Berisso. El agua es de corriente casi plana, con poco oleaje; en el fondo del agua gana más la arena que las piedras; y a esta latitud el viento sabe acompañar muy bien la navegación. De ahí, que quienes lo frecuentan para desarrollar actividades náuticas no son sólo vecinos de la Región, sino también de distritos lejanos.
HASTA DE BARILOCHE
“Acá tenemos embarcaciones cuyos dueños son de Mar del Plata, la capital federal, Santa Teresita y hasta Bariloche. Y es que, entre otras cosas, en este zona del río se ofrece un gran atractivo: en cuatro horas de navegación ya estás en otro país”, señala, un poco eufórico por el “gran momento” que vive el sector, el presidente del Club Náutico de Berisso, Carlos Arens.
En esa entidad, por la inmensa demanda de actividad, desbordó la capacidad de todos los espacios, según señaló el dirigente. “Ya no hay espacio - dice -; está todo agotado, en el sector de amarras y en el predio. Tanto que tenemos gomones a la intemperie. Por eso estamos en plena obra de duplicar la guardería.
Casi calcada es la situación de Regatas, en Ensenada, donde la cantidad de socios crece año tras año, y de eso da cuenta una diferencia. En 2012, a esta altura del año, se registraba una masa societaria de 2.800 miembros; hoy alcanza los 3.400. “Sumamos entre 10 y 12 por semana, y este invierno, una temporada que por lo general se producen bajas, no hubo ni una”, cuenta el presidente de la institución, Raúl Costi. En ese tradicional club, a orillas de Río Santiago, también suele colapsar el espacio. “Acabamos de habilitar una guardería para diez gomones y ya está todo ocupado, y estamos terminando una nueva marina, con todo vendido aunque la obra no haya finalizado”, sintetiza.
Un par de años atrás pareció una moda pasajera. Por el crecimiento de la actividad, se ve que no era así. El kitesurf, que se practica fundamentalmente en las playas de Punta Lara, suma adeptos. La tabla combinada con la vela se ve cada vez más en el balneario ensenadense y es que esa modalidad de navegación genera, una vez que se aprende a dominar el equipo, un gran entusiasmo entre los principiantes.
Alejandro Baldovi, profesor del deporte, calcula que de un año a otro aumenta un 30 por ciento la matrícula de las clases de kitesurf. En este caso también se acercan vecinos de otras ciudades para desarrollar la práctica en Punta Lara. “Conocen los beneficios de un río con fondo de arena y sin demasiada corriente - explica el instructor - y por eso, mucha gente de la zona norte, viene acá los fines de semana”.
En esta disciplina, además, de riesgo pero segura si se aprende a manejar el equipo en el agua, sólo se requiere, además del viento, de una tabla de 1,30 metro, una mochila con la vela y un inflador y un equipo de neoprene en los meses de frío. “Se anima gente de todas las edades, desde los 20 hasta los 75 años, y además, como lo que hay que traer es liviano y cómodo para transportarlo hay algunos que hasta vienen en micro”, remarcó Baldovi.
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