El calor golpea, el pavimento sufre y crecen las quejas
| 4 de Enero de 2015 | 00:00

Días atrás, en plena ola de calor, la calma de la siesta en plena zona urbana de Los Hornos fue interrumpida por un estampido tan potente como inesperado. Al salir a la calle, los vecinos se toparon con una escena que los dejó mudos: el pavimento había estallado, dejando un bache considerable y regando con guijarros toda la calzada.
Las losas de hormigón de la avenida 143 entre 62 y 63, sometidas cotidianamente al desgaste provocado por el intenso tránsito de camiones y colectivos, sucumbieron a un enemigo mas discreto y más poderoso: la sucesión de altas temperaturas y la dilatación que provocan en los materiales.
“Lo primero que nos surgió, al ver el panorama, fue llamar a Defensa Civil” contó Jorge Díaz: “no sabíamos qué podía haber pasado, y temíamos que las piedras sueltas empezaran a volar para todos lados con el paso de los coches. Nos dijeron que iban a notificar a la delegación municipal”.
El episodio fue el tercero que se registró en poco más de dos semanas. Uno similar había acaecido en 155 y 529, de Melchor Romero, donde un enorme panel de hormigón dejó una “cresta” espectacular y un boquete en el medio de la calle. Y otro en 81 entre 17 y 18, de Altos de San Lorenzo.
Mucho más duraderos que las capas asfálticas, los hormigonados están presentes en la mayor parte de las calles del casco urbano platense, y muchas de las avenidas que son eje vinculante entre las localidades más pobladas de la periferia. Se integran con placas cuadradas o rectangulares, a las que se realizan cortes a intervalos regulares para prevenir, precisamente, que las tensiones y desplazamientos provocados por los cambios de temperatura y humedad contribuyan a su deformación.
“Si un pavimento de hormigón está hecho a conciencia, es muy poco probable que por más calor que haga se presente un ‘blow up’ o levantamiento de losas espontáneo” advierte un especialista formado en la UNLP que hoy trabaja en obras viales en el interior del país: “habitualmente, cuando se hacen las losas de la calle se les realiza un corte transversal, cada tres o cuatro metros, de anchura variable de acuerdo con el tipo de mezcla utilizada y la amplitud térmica del lugar. En la zona central de la Argentina, se suele usar una sierra de tres a cinco milímetros de grosor”.
“En lugares con climas extremos, estas brechas -que también corren en sentido longitudinal, generalmente a la par de las líneas demarcatorias de mano-, pueden llegar a medir un centímetro” señala el experto: “y se sellan con brea o mortero asfáltico para evitar que por allí se filtre agua que socave la base. Los hormigonados son pavimentos rígidos muy duraderos, pueden conservar buena transitabilidad durante más de tres décadas, en contraposición con las obras asfálticas que se denominan pavimentos flexibles y en el mejor de los casos se mantienen aceptablemente por diez o quince años”.
Los “blow up” o “explosiones” en el hormigón -que es una mezcla de cemento con áridos gruesos y finos, agua y aditivos- ocurren casi invariablemente en tiempos calurosos, cuando la dilatación de las losas es frenada por la presencia de otras placas, debido a un mal cálculo, o por la infiltración de pedregullo o materiales de alta dureza en las juntas, cuya capacidad de absorber las deformaciones queda así anulada.
Una vez que estos episodios se registran, las fisuras comienzan a extenderse por el resto del pavimento con rapidez, por lo que la única alternativa para prevenir daños mayores es retirar las losas dañadas y realizar en su lugar otras nuevas, obras que no deben ejecutarse en días lluviosos, con temperaturas inferiores a cinco grados ni superiores a treinta.
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