El Distribuidor Benoit con claros signos de abandono y falta de mantenimiento
| 1 de Noviembre de 2016 | 02:28

Los reclamos por el deficiente estado que presenta el Distribuidor Benoit -seguramente, el principal de los accesos a la Ciudad- se reiteran en los últimos tiempos en forma permanente. Los testimonios y la simple observación alcanzan para advertir cómo crecen las señales de abandono en una zona vial que resulta neurálgica, toda vez que allí se concentran caminos y avenidas troncales como son el Belgrano, el Centenario, la 520, la Antártida y la 13, entre otros ingresos y egresos que canalizan intensos flujos vehiculares.
Tal como se informó en una nota publicada en este diario, el Distribuidor exhibe señales de absoluta falta de mantenimiento. Este paso obligado para miles de automóviles particulares, ómnibus y transportes de carga muestra su pavimento deteriorado en varios tramos, con anfractuosidades peligrosas en sus distintos tramos, con pozos y rajaduras, así como con banquinas que también resultan prácticamente intransitables.
También es posible comprobar que la mayoría de los carteles verticales se encuentran tapados por grafitis y que alguno de los carteles colgantes perdió un segmento, por lo que sólo puede leerse la leyenda “Parque nario”. Resulta evidente también la falta de cartelería indicadora que oriente a los conductores sobre los distintos desvíos que pueden seguirse desde el Distribuidor. En horas nocturnas, la casi total oscuridad reinante por falta de suficiente iluminación constituye una grave deficiencia en ese acceso. Otra muy seria omisión se traduce en la falta de varios tramos de guarda rails, la mayoría de ellos desaparecidos a partir de distintos accidentes viales.
Cualquier vecino que conozca la zona conoce que se está hablando de un núcleo caminero caracterizado por una circulación rápida, con flujos vehiculares constantes y que, por consiguiente, requiere mucho mayores condiciones de seguridad y transitabilidad.
Se está, sin dudas, frente a una situación inquietante, sobre todo porque representa una amenaza para la seguridad vial en uno de los principales accesos a nuestra ciudad, si no el más importante como se dijo. Sin embargo, corresponde insistir en que la Ciudad sufre, cada vez con mayor rigor, las consecuencias de un déficit caminero creciente, especialmente en lo que se refiere a la periferia del casco urbano, despojada de anillos perimetrales capacitados para distribuir y regular el creciente tránsito vehicular.
Más allá de ese grave y creciente problema estructural, debe subrayarse, frente al cuadro descripto, la imperiosa necesidad de que se encaren los trabajos de reparación que hacen falta y que se garantice un constante mantenimiento en todos los accesos y en forma prioritaria en el Distribuidor Benoit. Lo que está en juego es la seguridad de miles y miles de personas que lo transitan en forma permanente.
Si bien es cierto que resulta imperiosa la realización de obras camineras de envergadura en torno a la Ciudad, no cabe duda que buena parte de estas situaciones aquí mencionadas mejorarían sensiblemente si por lo menos se realizaran tareas más modestas que contribuyan a eliminar deficiencias que sólo se explican por la desidia y la desatención de los organismos competentes.
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