La ex mujer del fisicoculturista lo denunció y se fue de La Plata
| 16 de Noviembre de 2016 | 01:02

Para este medio fue realmente imposible encontrar a alguien que haya conocido a Néstor Monzón y tuviera algo positivo para decir de él. “Prepotente y violento” fueron dos de las palabras más escuchadas durante este reportaje.
El maltrato y la violencia a las mujeres sería otra constante en su comportamiento. Fuentes judiciales confirmaron que su ex mujer, con la que tuvo un hijo, lo denunció varias veces y ahora la fiscalía de Marcelo Martini analiza sacarlas del archivo para considerarlas en la investigación. Hay quienes afirmaron que ella, por el pánico, terminó por mudarse al interior de la provincia para no volver a verlo.
Si hubiera que diagramar un curriculum del sujeto, habría que incluir su afición a las artes marciales mixtas como el kick boxing o el full contact , disciplinas que se caracterizan por su violencia. Aparentemente era un experto en ese área y se ganó la vida durante varios años como instructor.
Durante su juventud se dedicó al fisicoculturismo. A principios de los años 90, cuando todavía mantenía un perfil alto, gustaba de hacerse ver en entrevistas periodísticas para promocionarse a sí mismo y a su estilo de vida. Todo haría indicar que, aunque luego abandonó las páginas de diarios y revistas, su obsesión por los músculos hiperdesarrollados se mantuvo.
A Monzón muchos lo recuerdan como el profesor que enseñaba artes marciales en el gimnasio de la Sociedad La Protectora, de 49 entre 8 y 9. Sin embargo, en paralelo mantuvo otras tareas remuneradas: fue patovica en un boliche de calle 43 y también se habría desempeñado como custodio privado.
En ese último punto es donde se sumaban a su círculo algunas personalidades del ámbito político que no trascendieron, y gracias a las que el hombre se jactaba de tener contactos poderosos, a decir de algunos que lo conocieron.
Vale aclarar que nadie, ni una persona que se lo cruzó en los diferentes ámbitos donde se movía, aceptó declarar ante EL DIA siendo identificado con su nombre o una foto. Todos coincidieron en sentir por él un temor profundo.
En el barrio relataron algunas de sus aparentes rutinas. Contaron que Monzón “hacía entrar chicos a su departamento, después los obligaba a pedir monedas en el semáforo de la esquina y los llevaba de nuevo. Así durante una semana, hasta que llamaba a la policía para que los sacaran”. Nadie se animó a decir qué era lo que hacían ahí dentro.
Otro rasgo reiterado de su personalidad sería su presunta adicción a las drogas y el alcohol. “Antes de dar una clase de kick boxing , consumía esas dos cosas y subía al gimnasio. Hay varias historias de alumnos a los que, en su primera clase, los mataba a palos y que por eso no volvían más”, relató un hombre que lo conoció hace muchos años.
“Siempre fue muy prepotente y se llevó el mundo por delante. Buscaba el choque todo el tiempo y se ‘comía’ el personaje de ser alguien famoso”, añadieron las mismas fuentes.
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