Roscas y negociaciones en una mesa para pocos
| 9 de Noviembre de 2016 | 03:02

Estas horas de tensas negociaciones en torno al Presupuesto bonaerense para 2017 y el eventual resultado de las mismas resultan una suerte de examen frenético para la llamada “mesa política” de la gobernadora María Eugenia Vidal, que integran algunos funcionarios de su gabinete y ciertos legisladores.
A no confundir: una cosa es la mesa chica que rodea a la mandataria, que participa de decisiones cotidianas pero en la que se sientan algunos funcionarios que no cierran acuerdos políticos, y otra es el espacio más dedicado a las roscas con propios y ajenos.
En tanto cabeza del espacio, Vidal se reserva para sí el manejo de las relaciones directas con algunos actores centrales de envergadura extra bonaerense. Quienes, a decir verdad, tampoco aceptarían de buena gana hablar con los segundos de la mandataria.
Es el caso del líder del Frente Renovador, Sergio Massa, con quien Vidal habla mucho y se reúne un poco menos; en especial en estos días en que necesita los votos de su espacio en la Legislatura provincial para garantizar el Presupuesto y la autorización para tomar un nuevo y millonario endeudamiento de cara al año próximo.
Lo mismo sucede con Elisa Carrió, socia de Cambiemos y eventual candidata legislativa en la Provincia en el próximo turno electoral. Lilita mantiene trato fluido con un par de funcionarios del gabinete de Vidal, como el secretario de Legal y Técnica Julio Conte Grand o el titular de Derechos Humanos, Santiago Cantón; pero las cosas importantes las habla cara a cara con la Gobernadora.
Como cuando se sentaron a conversar la estrategia para acelerar la salida de María del Carmen Falbo –muy objetada por Carrió- de la de la Procuración General de la Suprema Corte bonaerense; o cuando debieron hablar en privado sobre la andanada de denuncias que presentaría la líder de la Coalición Cívica contra Daniel Scioli, el antecesor de Vidal en la gobernación. Son temas que no permiten un teléfono descompuesto.
Debajo de Vidal, sin duda la cabeza de la mesa política es el ministro de Gobierno, Federico Salvai. Hablar con él es hablar con la Gobernadora, explican fuentes vidalistas. Se supone que es una suerte de estratega, en contacto permanente con la Casa Rosada. Algo es seguro en Cambiemos: siempre que haya una estrategia será consensuada entre la Nación y la Provincia. Nunca chocarán los objetivos.
Los ministros más peronistas del gabinete tienen un lugar en la mencionada mesa.
El de Seguridad, Cristian Ritondo, suele opinar y sugerir en base a su propio bagaje partidario en el justicialismo de la Capital Federal. A Ritondo y al titular de Educación, Alejandro Finocchiaro (que no viene del PJ sino que él mismo se define como liberal), se les ha asignado una tarea política bastante específica: hacer fuerte al oficialismo en La Matanza, un bastión del peronismo gobernado por Verónica Magario. Es el lugar donde peor le fue a Cambiemos en las últimas elecciones.
La Matanza es visto en la gobernación como un “foco de resistencia kirchnerista”. Es el distrito del jefe del PJ provincial, el ex intendente Fernando Espinoza, y el gabinete municipal está poblado de ex funcionarios K, un detalle que nutre las teorías conspirativas que se fomentan desde La Plata.
Vidal se reserva para sí el manejo de las relaciones directas con algunos actores centrales de envergadura extra bonaerense
Finocchiaro vivió allí durante muchos años. Suele visitar el distrito en plan de construcción política para enojo de Magario, que se queja porque no le avisan. Ritondo, en verdad, es del barrio porteño de Mataderos, pegadito a San Justo. Son zonas de idiosincrasias muy parecidas, explican las fuentes consultadas.
En los hombros de otro justicialista del gabinete, Joaquín de la Torre, titular de Producción, recayó la tarea de armarle la “pata peronista” al vidalismo. Conversando, sobre todo, con intendentes. Al menor eso se explicó cuando se comunicó su mudanza desde el massismo a Cambiemos. En esa tarea, con especial direccionamiento hacia el interior provincial, también está el “muy PRO” Alex Campbell, secretario de Asuntos Municipales. Con ese encomillado suelen definir los justicialistas al joven funcionario, acaso porque lo sienten como el paradigma del estilo macrista.
El legislador Manuel Mosca, aparentemente futuro titular de la Cámara baja provincial, aparece acotado a lo legislativo dentro del vidalismo político. Es el hombre de confianza de la gobernadora en Diputados, aún cuando reconoce un pasado muy ligado a Emilio Monzó, quien hasta ayer nomás era rival interno de Vidal. “Se ganó lo suyo”, explican fuentes que lo quieren bien.
La lógica macro de relacionamiento con el radicalismo, una de las patas fuertes de Cambiemos, la lleva Vidal con el vicegobernador Daniel Salvador. Pero en un nivel inferior, abocado a detalles y recibimiento de quejas, la tarea de hablar con la UCR la lleva Fabián Perechodnik, secretario General de la Gobernación y amigo personal de la Gobernadora. El único ministro radical del gabinete, Jorge Elustondo, de Ciencia y Técnica, no se sienta en esa mesa para pocos.
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