Permiso para soñar que vivir en paz es posible

Por osvaldo dameno (*)

E l pueblo sufre la inseguridad, la corrupción, el narcotráfico. Desde distintos sectores se juzga que la Justicia es uno de los mayores responsables de esa situación, por distintos motivos. Con razón, o sin ella.

Lo cierto es que la Provincia necesita un nuevo actor institucional. El dilema existente entre leyes, violencia, delito, policía, políticos y justicia reclama en forma urgente que se sume a la consideración publica una voz y una acción desde el punto de vista judicial.

La Procuración General de la Suprema Corte de Justicia puede hacerlo. Esperamos que ocupe ese lugar para expresarse ante los bonaerenses y a la vez interpretar el sentir de la población.

Pero también para asumir un rol docente y de esclarecimiento que permita a todos conocer los alcances de la ley.

Para dar la cara ante cada situación conflictiva, ante graves delitos que causen conmoción. Para proponer cambios en la legislación. Para ofrecer a la sociedad planes de prevención comunitaria del delito junto a actores locales y provinciales a los cuales puede capacitar.

Se necesita una Procuración en alto vuelo, que invite a soñar que vivir en paz es posible

Para condenar y deslegitimar públicamente a la violencia, brindar protección a los testigos, potenciar las acciones sociales y las relaciones con la comunidad, defender los intereses de la sociedad y ofrecer una Policía Judicial altamente capacitada, ariete en la lucha contra la corrupción.

Finalmente, también para brindar su parecer sobre los temas que preocupan y encabezar acciones concretas para solucionarlos. Que tenga coraje cívico para liderar una mediación social creíble.

Se necesita una Procuración en alto vuelo, que invite a soñar que vivir en paz es posible, que se funda en un abrazo con la gente.

Es necesario hacer una política criminal en serio, en la que tengan voz los que más saben, con presencia en todos los pueblos del interior y en los barrios del conurbano y grandes ciudades.

En activa colaboración con los restantes poderes y los intendentes para planificar entre todos respuestas a situaciones que afecten la paz social.

Debe ser otra vez un protagonista de la escena pública recogiendo viejas enseñanzas y principios, su participación es insoslayable para tomar cartas en los problemas de hoy: la justicia por mano propia, la violencia en las calles, escuelas, hospitales y relaciones sociales en general, la toma de propiedades y espacios públicos o privados, su daño o destrucción, la lucha contra la corrupción, el delito en general y las mafias, el grave problema de las barras bravas y el terrible flagelo del narcotráfico.

Hay mucho para trabajar en la zona en la que el río de la justicia se interna en el mar de la sociedad

Debe expandir el acceso a la justicia y la asistencia a las víctimas.

Liderar una movilización de recursos ciudadanos que están esperando la articulación de alguien que inspire confianza.

La Procuración General tiene recursos humanos con gran nivel profesional y puede predicar con el ejemplo de sus más altas autoridades.

Y también con ello se logrará que los buenos policías vuelvan a percibirla como un interlocutor justo en su lucha diaria.

Lo enunciado puede lograrse sin perjuicio de un Ministerio Público eficaz en la investigación del delito y condena de los culpables. Ejerciendo en plenitud sus prerrogativas, con absoluta independencia y objetividad. Sin contaminaciones. Por un carril diferente al de las actividades comunitarias y de política criminal emprendidas por la Procuración.

la ultima trinchera

Las fiscalías pueden ser realmente la última trinchera de la justicia urbana pero necesitan un respaldo concreto de la institución, es decir de sus superiores, los fiscales generales y el procurador, que deberán ser la cara visible de cada investigación ante los medios y la opinión pública para que el fiscal deje de soportar esa presión y pueda investigar a conciencia.

Por supuesto estas ideas implican un cambio de paradigma. Las instituciones no son buenas o malas por si mismas. Quienes las integran las hacen buenas y eficaces o inútiles. Ese es el verdadero desafío.

Una Procuración claramente proactiva, dispuesta a marchar codo a codo con los ciudadanos. Con una novedosa fisonomía y la mente abierta a la innovación.

Hay mucho para trabajar en la zona en la que el río de la justicia se interna en el mar de la sociedad.

Considero un imperativo ético extremar las posibilidades constitucionales y legales que tiene la Procuración para perseguir estos objetivos que no son otros que brindarle al pueblo una herramienta más para que sus ideales tengan mejores posibilidades de hacerse realidad.

(*) Subsecretario de la Procuración General de la Provincia

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