Dólar, reservas e inflación en el nuevo modelo

Por MARTIN TETAZ (*)

Twitter: @martintetaz

Esta semana la secuencia del ADN económico de los argentinos volvió a manifestarse a pleno; el dólar y las reservas fueron una vez más los actores principales del `prime time` en todos los medios y la combinación entre la tensión cambiaria y la inflación que persiste en niveles muy altos, erosionó la confianza de los consumidores que, de acuerdo al Índice que produce la Universidad Di Tella, se derrumbó 15,6% en febrero, acumulando una caída del 24% desde noviembre pasado, en una réplica casi calcada de lo que pasó con ese mismo indicador luego de la devaluación de enero del 2014.

Como históricamente en Argentina las devaluaciones fueron la consecuencia del agotamiento de modelos que se apoyaban en reprimir el precio del dólar, casi siempre ocurrieron luego del colapso del balance de pagos, en circunstancias en que ya no quedaban divisas y la economía entraba en recesión. Entonces, en la memoria episódica de los argentinos, quedaron grabadas conjuntamente: en nuestro país devaluación es crisis y crisis es devaluación.

CUANDO EL DÓLAR ES LIBRE, ACOMPAÑA A LA INFLACIÓN

El valor promedio del dólar en la segunda quincena de diciembre, luego de abandonado el cepo, fue de $13,10 mientras que durante el mismo período de febrero la divisa cotizó en torno de los $15,16 pero claro, los $13,10 del último mes del año pasado no son estrictamente comparables con los $15,16 de febrero, porque en los últimos dos meses hubo 8% de inflación y entonces cualquier cosa que valía $13,10 en un almacén en diciembre, hoy inflación mediante cuesta $14,15.

Entonces si bien el dólar aumentó y hoy está más caro que en diciembre, cerca de la mitad del aumento corresponde a la inflación. Si el Banco Central no atrasa sistemáticamente el valor del dólar, es normal que en una economía inflacionaria ocurra con el precio de las divisas lo mismo que pasa con el pan, la leche, el alquiler del departamento y el colegio de los chicos.

LAS RESERVAS Y LA INTERVENCIÓN DEL CENTRAL

El otro gran cambio es que el haber salido del cepo y dejar que el precio del dólar lo ponga el mercado, reapareció la oferta y cambio el patrón de abastecimiento de dólares que existía bajo el control de cambios. Antes los importadores estaban obligados a pedirle y comprarle los dólares al Banco Central, porque nadie en su sano juicio vendía sus billetes verdes a $9, salvo que estuviera obligado a hacerlo como ocurría con los exportadores.

Ahora, los exportadores no necesitan pasar por el BCRA sino que van directamente a vender al mercado, conjuntamente con cualquiera que tenga dólares y quiera cambiarlos por pesos, como un ahorrista o un inversor. Del mismo modo, los compradores tampoco necesitan golpear las puertas de la autoridad monetaria para hacerse de divisas. Si usted quiere conseguir dólares va a su banco, deposita los pesos y la entidad le entrega los billetes que otras personas quieren vender.

Así funcionó el mercado durante estos últimos dos meses y medio y de hecho el Banco Central no intervino en absoluto hasta el jueves de la semana pasada. Los dólares de los privados (cerealeras, productores varios, inversores, ahorristas) abastecían el mercado con normalidad. Pensemos que se negocian entre 300 y 600 millones de dólares por día sin que el BCRA tenga que poner un solo billete.

Pero desde el jueves 18, luego de varias jornadas de subas consecutivas la Autoridad Monetaria entendió que era suficiente y que el dólar había pasado la banda superior de flotación; el límite en el cual el Central consideraba razonable que se moviera la cotización. Desde entonces ha intervenido sistemáticamente en el mercado, vendiendo tanto el martes 23 como el viernes 26, entre 100 y 200 millones para contener el precio y evitar que la presión de la demanda lo haga subir más.

Eso es exactamente lo que sucede en un régimen cambiario de flotación administrada como el que anunció el Ministro de Economía en diciembre pasado; el precio lo fija la oferta y la demanda, siempre que se mueva en torno de los límites que le pone el Banco Central. Las reservas en este nuevo esquema no se usan, como antes, para abastecer el mercado, sino solo para evitar la volatilidad de cambios bruscos en el precio. Pensemos que cuando asumió Federico Sturzenegger las reservas totalizaban $24.156 millones y que este viernes (sin contar el préstamo de 5.000 millones que gestionó el banco) cerraron en 23.556, de modo que hasta ahora la entidad sacrificó U$S 600 millones con sus intervenciones, lo cual es absolutamente razonable.

Obviamente; las reservas son como el chanchito del BCRA; no se puede sacar siempre. La intervención como la que vimos hasta ahora es sana y deseable, siempre y cuando sea esporádica y no sistemática. Marzo es un mes de poca oferta de divisas y todavía hay mucha incertidumbre por el desenlace final de la saga de los buitres. Es muy probable que veamos al Central activo durante todo el mes y que las reservas pierdan entre 1000 y 2000 millones hasta que llegue abril, que marca el comienzo del trimestre de oro en materia de dólares para la economía, porque empieza a ingresar al mercado el producido de la cosecha del agro.

La apuesta del Central es evitar que el dólar suba ahora para bajar en abril, porque esa volatilidad puede tener efectos no deseables en los precios y sobre todo en las expectativas de los consumidores; factores clave para la recuperación de la economía.

 

600
Los millones de dólares, que hasta ahora sacrificó el Central con sus intervenciones, lo cual es absolutamente razonable.

 

(*) El autor es economista, profesor de la UNLP y la UNNoBA, investigador del Instituto de Integración Latinoamericana (IIL) y autor de "Casual Mente" y "Psychonomics"

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