Ahora Trump quiere ser un candidato serio

A su manera poco ortodoxa, Donald Trump está sin dudas tratando de transformarse en un candidato digno de una elección general.

El extravagante magnate que busca llegar a la Casa Blanca está hablando de flexibilizar su línea dura en torno a la inmigración ilegal. Se ha comprometido a moderar su tono provocador, admitiendo que las mujeres en particular pueden rechazar su estilo agresivo. Y se está esforzando por ser el abanderado del Partido Republicano, llamando a la unidad y prometiendo a sus correligionarios ayudarlos a ganar sus propias elecciones el 8 de noviembre. “Es muy importante que nuestros senadores y nuestros representantes sean reelegidos”, afirmó el martes durante una rueda de prensa nocturna en uno de sus hoteles de la Florida.

Trump, no obstante, sigue haciendo las cosas a su manera. Su promesa de ayudar a otros candidatos vino después de una prolongada promoción personal, rodeado de mesas con vinos Trump, de agua embotellada y de pedazos de carne cruda, que ya no vende. Su llamado a la unidad sigue acompañado de dardos a sus rivales, “Little Marco” (Marquitos) Rubio y “Lying Ted” Cruz (Ted el Mentiroso). Pero hay indicios claros de que Trump está cada vez más confiado en que será el nominado de los republicanos para la presidencia y que sabe que tiene que resultarle atractivo a un público mucho más amplio, además de ganarse a los líderes de su propio partido. Los rivales de Trump tienen una nueva oportunidad de frenar su impulso en las primarias del martes próximo en Florida y Ohio. Si triunfa en ambos estados, la única esperanza que le quedaría a Rubio, Cruz y John Kasich sería probablemente pelear la nominación en la convención partidaria, a partir de un realineamiento de delegados en el marco de una rebelión general.

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