Completar el plan hídrico, el mejor homenaje a las víctimas de la inundación

Se cumplen hoy tres años de la devastadora tormenta que se abatió sobre La Plata y dejó un trágico saldo de vidas aún pendiente de certera cuantificación judicial, daños psicológicos también difíciles de dimensionar y enormes pérdidas materiales, que implicaron el anegamiento de más de 70 mil viviendas con 190 mil habitantes afectados y unos 120 mil usuarios privados de servicio eléctrico por largo tiempo, entre otras consecuencias. Aquel dramático episodio dejó también enseñanzas y, sobre todo, desafío que deben resolverse.

Tal como se sabe, la lluvia del 2 de abril de 2013 superó los récords históricos de precipitaciones en una jornada, con casi 400 milímetros acumulados en sólo cuatro horas. Poco tiempo después, la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata presentaría un informe sobre las causas y consecuencias de la catástrofe que se ha tomado de base para definir el plan de obras hidráulicas que se encuentran en ejecución y que deberían completarse en el menor plazo posible.

Entre las enseñanzas que no se pueden soslayar, son concretamente aquellas que obligan a las autoridades y a toda la sociedad a encarar las acciones públicas y privadas que sean necesarias, a profundizar los programas paliativos y, asimismo, a proyectar planificaciones y obras que sean comprensivas del crecimiento demográfico y urbanístico de nuestra zona. Otro punto al cual debiera atenderse cuanto antes tiene que ver con las tareas de defensa civil, que en aquella fecha volvieron a exhibirse lentas e ineficaces.

Ya se ha dicho en muchas oportunidades que es imperioso contar con una cultura preventiva que, muchas veces, brilla por su ausencia. Y que se hace palpable y dolorosa cuando ocurre alguna de estas catástrofes. Lo cierto es que determinados operativos de defensa civil –como los simulacros de incendios o de evacuaciones- no debieran realizarse en forma esporádica, sino que deberían formar parte de programas de divulgación social, realizándose en las escuelas, en el sistema hospitalario, en clubes de barrio, en las cárceles, en los grandes centros de esparcimiento, en los edificios universitarios, en la sedes gubernamentales, etcétera.

En cuanto a las obras hidráulicas en curso, dispuestas a partir del plan sugerido por la facultad de Ingeniería de la UNLP y puestas en marcha por la Provincia, resulta imperativo que se avance en los quince frentes de la obra, hasta la final ejecución de los trabajos. Se habla, por cierto, de la ampliación del cauce del arroyo El Gato en toda su extensión, de la construcción de aliviadores en las avenidas 31 y 141 que colectarán el agua de los arroyos Pérez y Regimiento, más el caudal proveniente de los sumideros de esa zona de Los Hornos. Se trata, también, de movimientos de suelo y ampliaciones del cauce del Gato hasta Río Santiago; de ensanches de entubamientos de hormigón, de acueductos a cielo abierto en 31 y 525, entre otras de las obras que deben completarse.

Mientras tanto, debe confiarse en que se cumpla acabadamente con el plan hídrico en marcha, que resuelva el tema de la infraestructura obsoleta del sistema integral de desagües de nuestra ciudad y el de la red de arroyos de la periferia, incapaz de absorber los grandes volúmenes de agua que la ciudad descarga sobre ellos. Este programa integral de obras cuya ejecución resulta perentorio completar es la mínima e imprescindible respuesta que, en primer lugar, siguen mereciendo las víctimas de la inundación y, desde luego, toda la población platense, pero que además podrá elevar en forma sensible la calidad de vida de todos los habitantes.

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