El servicio de ómnibus en la Ciudad debe apuntar a un mayor nivel de excelencia

Hace ya muchos años que el servicio de colectivos que atiende a la población de nuestra ciudad incurre en diversos incumplimientos, no respondiendo en tiempo y forma a las necesidades de los usuarios que, en las últimas jornadas, volvieron a reclamar por la irregular frecuencia con que circulan las unidades y por las largas esperas que deben enfrentar para poder concretar el viaje, especialmente en los horarios centrales.

Tal como se informó, viajar en viajar en micro en la Ciudad durante las horas pico se vuelve cada vez más complicado. Y el malestar se deriva de las largas esperas en la parada y de las incomodidades que se padecen una vez arriba de la unidad, pues cuando el colectivo pasa y se detiene en las paradas suele estar repleto y así el servicio se torna muy molesto.

Los peores momentos del día para tomar el micro son entre las 7.30 y las 8.30, durante el mediodía y entre las 17 y las 18, es decir, mientras corren los horarios en los que la mayor parte de la gente entra o sale de estudiar o trabajar. En el casco céntrico es donde más se advierten los desbordes de usuarios por la escasez de frecuencias de los colectivo, en especial en las paradas de las plazas Rocha y San Martín, la Legislatura, las más cercanas a la Estación de Trenes, la plaza Paso, la Terminal y en las paradas de 7 entre 48 y 49.

Tales problemas fueron denunciados por los usuarios ante los concejales platenses quienes, de esa forma, cuentan con un relevamiento más certero sobre las condiciones de funcionamiento de las distintas líneas.

Se puso de relieve allí que un 43 por ciento de los usuarios protestó por la actitud de algunos choferes que siguen de largo en las paradas, sin detener las unidades. Una síntesis de las protestas es la que señala que los micros tardan mucho en pasar y que, muchas veces, cuando pasan, lo hacen repletos y por eso no levantan pasajeros. Pero también existen numerosas quejas por el hecho de que se suele viajar de pie, en unidades saturadas de usuarios.

Justamente, hace dos meses un grupo de estudiantes universitarios pidió la intervención de la Defensoría del Pueblo de la Provincia. En ese caso, puntualmente, el reclamo giró en torno a la cantidad de pasajeros que viajan parados en las diferentes líneas de micros. Brindaron un ejemplo puntual: el caso de las entre 30 y 50 personas que van paradas desde City Bell a La Plata, todas las mañanas, cuando la gente va al trabajo y lleva a los chicos a las escuelas.

Frente a un servicio de características públicas, como lo es el del transporte de pasajeros, se debería dar por descontado que los usuarios no deben sufrir estos o cualquier otro tipo de perjuicios. Ninguna razón empresarial puede alegarse a la hora de presentar explicaciones sobre las falencias en el servicio. Son, entonces, las propias líneas de ómnibus y las autoridades municipales o provinciales los que deben garantizar prestaciones suficientes, atentas a las cambiantes circunstancias de la dinámica urbana.

Lo que está en juego es la necesaria excelencia de un servicio público, imprescindible para garantizar una buena calidad de vida de la población. Es imperioso, por consiguiente, que se asegure el cumplimiento de una prestación confiable y eficiente, tanto en lo que se refiere a los horarios como a la certeza de los recorridos programados.

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