Ese placer argentino por autoinculparse
| 29 de Junio de 2016 | 01:27

Por NICOLAS NARDINI
OPINION
Resulta llamativo el perfil culposo que los argentinos, en un gran número, han adquirido en lo público y en lo privado después de la decisión de Messi de alejarse de la Selección Nacional. No fueron pocos los que se pasaron las pelota unos a otros al grito de “no te merecemos”, como si Messi fuera un maltratado crónico en la República Argentina.
Si la decisión del “10” se fundara en un clima hostil hacia él por parte de los argentinos, llama la atención que la haya anunciado minutos después de una conmovedora ovación por parte de una abrumadora mayoría en el Met Life Stadium, donde todos enrojecieron sus manos y forzaron sus gargantas para agradecerle al “10” aún en la derrota, lo cual hace más digno el respaldo. Allí no hubo otra cosa que amor y admiración hacia el rosarino, un sentimiento que tapó el ínfimo (casi insignificante) reproche de unos pocos.
Es evidente, por más que muchos no quieran verlo y prefieran achacar la decisión a “este país de desagradecidos”, como se leyó hasta el hartazgo en las redes sociales, que lo que siente Messi es una enorme frustración. Un sentimiento que se basa en la seguidilla de finales perdidas, en los objetivos que se hicieron añicos en la última curva.
En un número uno, resulta muy difícil no ganar vistiendo la camiseta que ama como ninguna otra. Es esa impotencia la que lo tiene en vilo. La que lo hace llorar y desear que lo trague la tierra.
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