Los suizos rechazan recibir un plan social sin trabajar

En un referendo, los ciudadanos dijeron no a un proyecto de renta básica para todos, con o sin empleo

Los suizos rechazaron masivamente ayer la creación de una renta básica para todos, empleados o sin trabajo, proyecto único en el mundo que dio lugar a intensos debates en un país donde se venera el valor del trabajo. Según las tendencias difundidas por la televisión pública helvética, alrededor del 78% de los votantes rechazaron la propuesta, según una proyección nacional del instituto de sondeos Gfs.bern. Las mesas electorales permanecieron abiertas durante sólo dos horas, ya que la mayoría de los suizos vota por correspondencia.

El rechazo a esta propuesta, planteada por un grupo sin afiliación política, no sorprende en un país que, en 2012, rehusó elevar el período anual de vacaciones pagadas de 4 a 6 semanas, por temor a perder competitividad. Esta iniciativa popular “por una Renta de Base Incondicional” (RBI) proponía pagar una asignación o salario a todos los suizos o extranjeros que vivieran en el país desde hace al menos cinco años, y que tuvieran o no trabajo.

La iniciativa sugería una mensualidad de 2.500 francos suizos (2.260 euros o 2.533 dólares) para los adultos -suma con la que es muy difícil vivir en Suiza- y de 625 francos (565 euros o 634 dólares) para los menores. Ello hubiera requerido una fuente de financiación suplementaria de unos 25 mil millones de francos por año, y por tanto un incremento de impuestos o nuevas tasas.

Este proyecto, único en el mundo, suscitaba gran debate en un país donde se venera el valor del trabajo. “Es un sueño que existe desde hace tiempo”, pero que se convirtió en “indispensable” debido al desempleo provocado por la creciente robotización, había explicado, antes de la votación, uno de los líderes de la iniciativa, Ralph Kundig. Tanto el gobierno como la mayoría de los partidos político, excepto los Verdes y la extrema izquierda, consideraban el proyecto utópico y excesivamente oneroso.

Para los Verdes, la RBI aseguraba un “mínimo vital”, una ventaja para los empleados, que podrían resistir mejor a “la presión del mercado de trabajo y rechazar condiciones laborales deplorables”. El director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, una agencia de la ONU), Guy Ryder, no llegó a posicionarse pero reconoció que la transformación a largo plazo del mundo laboral llevará a las sociedades a “encontrar medios de distribución de ingresos nacionales que no estén directamente relacionados con el trabajo o el salario”.

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