“Necesitamos más justicia y seguridad, porque así no se puede seguir viviendo”

Lo dijo ayer un hermano de la víctima. Por ahora, no hay rastros de los autores del asesinato

En una ceremonia que nadie se imaginaba cinco días atrás, ayer velaron y enterraron a Eloy Quispe (27), después de que le pegaran un tiro en su verdulería de 1 y 66. El ataque, ocurrido hace casi una semana, implicó dos agonías: la del muchacho, que terminó falleciendo el viernes a la noche, y la de su familia, que graficó su lamento en un sólo renglón: “Estamos hechos percha”.

“Necesitamos más justicia y seguridad, porque así no se puede seguir viviendo”, reclamó Alex Quispe (29), uno de los hermanos del joven al que asesinaron en su negocio de Plaza Matheu. El se catalogó como “el único que sigue firme, de pie”. Es que en su casa, todos los demás están “muy conmocionados”.

Entre los que más sufren está la mujer de Eloy, embarazada de ocho meses, que tiene que ser contenida por todo su alrededor para evitar consecuencias en el bebé. Iba a ser el primer hijo del muchacho, que ahora no podrá ser testigo de un momento tan determinante para su historia.

a sangre fria y sin llevarse nada robado

La culpa de que eso sea así la tuvieron dos delincuentes que, según las primeras versiones, habían llegado al comercio para llevarse la recaudación. Sin embargo, hay dudas de que haya sido un asalto común y corriente. Algunos parientes de él creen que los sujetos en realidad habrían ido a hacer “un ajuste de cuentas”.

En el marco de esa presunta venganza, desmarcaron de cualquier responsabilidad a Eloy: “Es un muchacho tranquilo, que nunca se mete con nadie y que solamente se dedica a la familia”, lo describió su cuñado Ricardo Montenegro.

Entonces, ¿por qué lo atacaron? “Algo llamativo fue que el anterior dueño del comercio, que justo estaba de viaje y le vendió el negocio, le dijo a Eloy que se cuidara, porque tal vez podía ir alguien a robarle”, sostuvo Yormelí, hermana de la víctima.

Cuando Eloy cayó herido de un balazo en el pecho, los delincuentes se escaparon “sin robarle la plata de la caja, la billetera ni el celular”, confirmó ella, cuando el joven todavía estaba entre la vida y la muerte en el Policlínico.

Hoy la situación es diferente y, por cierto, más dolorosa: “Es muy injusto que se haya ido así un muchacho joven, honrado y que trabajaba todo el día”, destacó Alex.

Los proyectos de Eloy de formar una familia y de construir una casa en un terreno de Villa Montoro quedaron truncos. O al menos no como él los estaba diagramando en su mente.

Aunque estuvo consciente en los momentos inmediatos a recibir el balazo en el pecho, el verdulero no pudo contar su versión de los hechos. De haber salido adelante, podría haber aclarado mucho de lo que hoy es misterioso. Esa posibilidad tampoco existe más.

a la busqueda del tirador

El tirador y su cómplice siguen prófugos. Sobre ellos parece haber más suposiciones que certezas. Dentro de estas últimas, se sabe que los delincuentes anduvieron a cara destapada, que “merodearon por la plaza antes dando unas vueltas” y que se escaparon en un Renault 9 gris.

Según adelantó ayer un detective, habrían usado un arma calibre 38 para agredir a Eloy. Así se pudo determinar cuando le extirparon el proyectil que le había quedado alojado en el cuerpo.

“Se está tratando de definir si esa bala es apta para el cotejo. En caso de que se produzca una detención y se encuentre un arma de ese tipo, se podría llegar a identificar si fue la misma que se usó en este homicidio”, explicaron algunos de los pesquisas.

Por lo demás, no hubo mayores novedades en cuanto a pistas para identificarlos y atraparlos. El auto usado habría sido un remís trucho y su chofer, pieza clave en toda la trama, puede declarar ante la Policía bajo reserva de su identidad.

En la causa hay hasta ahora piezas sueltas, que se parecen en parte a cómo quedó la familia Quispe con esta muerte: desarmada y devastada por el dolor.

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