Penurias graves y de nunca acabar

El servicio eléctrico en La Plata y el Gran La Plata da muestras cada vez más evidentes de fragilidad. Los apagones forman parte de la realidad cotidiana de la Ciudad. Cuando no es en una zona es en otra. En la periferia, el problema se vive con enorme angustia e incertidumbre.

Como ha destacado EL DIA muchas veces, los cortes de luz implican consecuencias muy penosas para una inmensa porción de la población. Hay comerciantes que pierden mercadería; gente mayor y enferma que queda virtualmente atrapada en sus hogares, porque viven en pisos altos y no pueden subir o bajar por escaleras; empresas que pierden horas de trabajo y producción; estudiantes que pierden clases... El listado es mucho más extenso.

En el caso de ayer, además de tener un alcance gigantesco, el apagón fue -como ocurre frecuentemente- muy prolongado. Por supuesto, eso agrava las consecuencias y multiplica los perjuicios.

No es un dato nuevo que el sistema eléctrico en La Plata es obsoleto; que no se han hecho las renovaciones ni modernizaciones necesarias y que los planes de inversión siempre han ido muy por detrás de las necesidades. Pero antes había “temporadas críticas”, siempre asociadas a picos de consumo por el calor. Ahora, todo el año es crítico. Cuando hace calor, cuando hace frío, cuando llueve y cuando hay viento. Y también ayer: un día apacible, soleado, con temperatura agradable y son una brisa.

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