La batalla de pintadas futboleras avanza sobre el mobiliario urbano

Como ocurre en Rosario, entre Central y Newells; o en Córdoba, donde Belgrano, Talleres e Instituto se disputan las paredes y cada espacio del mobiliario urbano de esa ciudad, en La Plata los fanáticos de Estudiantes y Gimnasia no dan respiro y buscan apropiarse de las fachadas, equipamiento y espacios públicos. Por momentos, parece asfixiante, y los vecinos se hacen las cruces cada día para que no les toque el paso de quienes destruyen fachadas para expresar su amor por el equipo de fútbol de su corazón.

En las inmediaciones del Estadio de Estudiantes que se levanta jornada tras jornada, todo es rojo y blanco. Nomencladores, postes de los semáforos, luminarias, cordones y paredes.

En los alrededores del Parque San Martín los colores dominantes sobre ese espacio público, las paredes de un colegio y las instalaciones de Absa, se transformaron en un espacio ganado por los hinchas de Gimnasia.

Así se pueden recorrer diferentes barrios de La Plata, donde las hinchas buscan marcar territorio. Sin embargo, los vecinos que sufren las pintadas tienen que desembolsar decenas de miles de pesos para recuperar el frente y rogar que los fanáticos no vuelvan a la carga con esta práctica.

Por ejemplo, en 17 y 38 casi todo tiene los colores de Estudiantes, al igual que en la zona de 11 y 65.

Mientras tanto, en 2 y 74, de Villa Elvira y plaza Rocha, tiene los colores de Gimnasia. Escuelas, equipamiento de servicios públicos, viviendas particulares, cordones de las calles, están pintados por los colores de los dos equipos de fútbol de primera división que representan a la Ciudad.

Hace varios años, llegaron a reunirse autoridades de ambos clubes con funcionarios públicos para abordar la problemática e intentar un plan para desactivar esta batalla de pintadas que tiene como principal víctima a los vecinos que no comparten esta modalidad y al espacio público.

El precio de la pintura no es accesible, ya que una lata de 20 litros para exteriores cuesta cerca entre 300 y 400 pesos y puede trepar a unos 2.000 pesos, una cantidad que alcanza (en el caso de una versión económica) a cubrir unos 100 metros cuadrados, según se pudo saber por la consulta en diversas pinturerías de la Región.

Hoy por hoy el tema no figura en la agenda de soluciones de ningún espacio: Municipio, clubes, instituciones intermedias, mediadores. Sin embargo, el flagelo crece día tras día y los vecinos se sienten sumamente indefensos porque no hay instrumentos de protección ni que eviten esta modalidad que pone en jaque diferentes espacios.

Un vecino del barrio La Loma dijo que “quienes no somos fanáticos no debemos padecer la falta de razonamiento de quienes hacen estas pintadas sin respeto por el otro, ni por los lugares públicos. Sale una fortuna la reparación de cada espacio dañado”: