El discurso de asunción, un momento del magnate para brillar
| 19 de Enero de 2017 | 03:06

La tradición indica que es el momento de que Donald Trump deje a un lado sus palabras poco medidas y dé un paso adelante en su toma de posesión como presidente de EE UU. Pero saltarse la tradición, o ignorarla por completo, es lo que llevó al republicano a este momento.
Cuando Trump se ponga en pie mañana viernes ante la fachada oeste del Capitolio para su discurso de investidura, todos estarán esperando para ver si ofrece un mensaje de unidad a una nación dividida o decide interpretar su papel de agitador del orden establecido. El enfoque que adopte Trump en ese acto de equilibro, tanto en estilo como en contenido, será un punto de partida revelador en su presidencia.
“El de investidura es un discurso pensado para la historia”, afirma Kathleen Hall Jamieson, profesora de comunicación y directora del Annenberg Public Policy Center en la Universidad de Pennsylvania. “En concreto, es importante cuando se ha superado una elección tan divisiva. Necesita convertirse en el presidente de todo el pueblo, incluyendo los que se opusieron firmemente a su elección”.
Y Trump parece entenderlo. En las últimas semanas, el empresario habló con admiración sobre los discursos de ex presidentes como Ronald Reagan y John F. Kennedy, y dijo que está abocado a preparar del suyo. Se espera que ofrezca un mensaje personal, al tiempo que repasa algunos de los grandes temas de su campaña como el profundo amor por su país. Trump dijo a la cadena Fox que iniciará su discurso con palabras de gratitud “a todo el mundo”, incluyendo al presidente saliente, Barack Obama, y a su esposa, Michelle, por ser “tan amables”.
El empresario demostró que puede ofrecer un mensaje directo y preparado durante la convención del Partido Republicano, donde respetó en gran medida el guión e ignoró cánticos de “enciérrala” contra Hillary Clinton, entonces su rival en la carrera por la Casa Blanca, de la grada repleta de leales seguidores. Pero ese discurso tuvo un tono sombrío, dibujando un retrato de un país en crisis, y más tarde abrazó el cántico en otros actos de campaña. Trump llega a la asunción con el beneficio de las bajas expectativas: su retórica incendiaria ha sido una gran parte de su atractivo. El cuidado discurso de Obama, por ejemplo, no resultaría creíble.
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