En Villa Garibaldi no quieren que les roben “como en La Plata”
| 31 de Enero de 2017 | 01:59

Ocho kilómetros más allá de la Circunvalación se expande Villa Garibaldi, una de las barriadas que más se urbanizaron en la última década. El crecimiento vino de la mano de la inseguridad que, aunque se manifiesta de a cuotas, es un tema que preocupa. Y mucho. En un relevamiento que hicieron los propios vecinos, calculan que “una de cada cuatro casas ya entraron a robar”.
El foco más elegido por los delincuentes siguen siendo las obras en construcción. A los ojos de los ladrones, son lugares plagados de elementos codiciables: herramientas y materiales, es decir, dinero invertido, a su disposición para ser llevado con la impunidad de que nadie los ve.
Al ritmo del loteo de extensos baldíos y de la invitación a volver a vivir como en un pueblo, Villa Garibaldi multiplicó por seis su población, desde los menos de dos mil personas que allí residían a principios de la década pasada, hasta los más de doce mil de hoy.
Aparejado a ese crecimiento también aumentó la inseguridad. “Todavía no es como en La Plata, pero los ladrones siempre aprovechan y están atentos a lo que se pueden robar cuando no hay nadie”, resaltó Daniel, vecino de 650 y 11 bis.
Durante el día las construcciones avanzan y de a poco invaden el verde que rodea a los lotes. Cuando los obradores quedan sin gente, irrumpen los intrusos. Así se llevan bolsas de arena, cemento, ladrillos, trompos, mezcladoras y cualquier otro material a mano.
En 2016 hubo iniciativas vecinales para pedir más seguridad, cuando ya asomaba una tendencia. La situación, al parecer, volvió a preocupar por un robo armado cometido en una casa, la semana pasada, según denunció Martín, que vive en esa zona.
En el barrio contaron que los dueños de una vivienda 650 entre 12 y 13 fue una de las que peor la pasó: desde el invierno pasado y hasta noviembre, padecieron tres asaltos en los que “cada vez los desvalijaron”.
LOS MISMOS RECLAMOS
Hacia octubre del año pasado ya había vecinos que hablaban de una “ola de escruches” y que expresaban sus sospechas de una especie de “zona liberada” para cometer esos robos: “Nunca vemos pasar un patrullero, los delincuentes se manejan con una tranquilidad llamativa y por más que hagamos la denuncia, todo sigue igual”.
Más atrás, en abril de 2016, se destacó el caso de una sola manzana en la que entraron a robar en cinco casas en una semana, cuando los dueños no estaban.
Aquella secuencia se denunció en una reunión vecinal organizada cuando la situación parecía desbandarse.
Por entonces, ya afirmaban que “esta inseguridad viene dándose desde el año pasado. Pero se incrementó muchísimo en los últimos tres meses”.
Como sucede en toda zona de urbanización incipiente, el diagnóstico suele ser el mismo: falta prevención oficial, las calles son intransitables y el alumbrado escasea. Es decir, todo configura un terreno fértil para la inseguridad. La gente reclama que la tendencia se frene a tiempo.
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