Un proyecto a largo plazo y quizás con sabor a nada

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Por MARCELO BATIZ
Columnista de DyN

Si todo sale con viento a favor, el paquete impositivo anunciado ayer por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, estará completo en 2023, el último año del próximo período presidencial.

Habrá que esperar un poco más de un lustro, entonces, para que el costo fiscal se reduzca el equivalente a 1,5 punto del PIB que, según palabras del ministro, se compensarán por efecto del crecimiento de la economía.

A un 3 por ciento anual acumulativo (al menos esas son las previsiones oficiales más prudentes) ese crecimiento en cinco años sería del 15,9 por ciento.

La comparación de los dos porcentajes pone en evidencia el relativo alcance de un paquete impositivo demasiado módico para llevar el nombre de “reforma” y, a la vez, desnuda la decisión del Gobierno nacional de no avanzar sobre el gasto público en su propósito de reducir el déficit fiscal, más allá de los reclamos del presidente Mauricio Macri a los gobernadores.

Algunas de las modificaciones tributarias parecieran estar diseñadas para que los bloques de la oposición aprueben el paquete general seducidos más por los títulos que por los contenidos. En especial, los impuestos a la Renta Financiera y a la venta de la segunda vivienda, con impactos en la recaudación poco más que marginales. Otras, quizás hayan surgido de la falta de consulta a alguien que entienda de economías regionales.

Es el caso de los aumentos a los impuestos a las bebidas alcohólicas y azucaradas, que en otras ocasiones lo único que generaron fue la importación de vinos y champagnes de Chile. Es el precio de haber dividido Hacienda de Producción. Pero la nota distintiva del proyecto no pasa por lo que busca modificar sino por lo que omite. No hay referencia alguna al mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias.

El inusual plazo de dos semanas para la presentación del proyecto ante el Congreso abre la posibilidad de un debate con los bloques legislativos de la oposición además de economistas, empresarios y tributaristas.

Tal vez con esas consultas el equipo de Hacienda se de cuenta que a los destinatarios de las medidas les haya quedado un sabor a nada.

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