La sociedad, desafiada por las amenazas de bomba en escuelas

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Pese a la unánime condena social que originan estos episodios, se reiteraron tanto en nuestra ciudad como en otras del Conurbano bonerense nuevas amenazas de bomba contra las escuelas, en situaciones que volvieron a obligar a las instituciones educativas a evacuar sus instalaciones y a requerir la actuación combinada de bomberos y policías, habiéndose puesto en riesgo, por falsas que pudieran ser, la seguridad de alumnos y docentes.

En el caso de La Plata, una amenaza de bomba en la Escuela Normal Nacional Mary O. Graham de 51 y 14 obligó jornadas atrás a la evacuación del edificio, que luego fue inspeccionado por la División Explosivos de la Policía Bonaerense, y que constató que se trató de una falsa alarma. El mensaje intimidatorio alertó sobre un presunto artefacto explosivo, por lo que evacuaron preventivamente el lugar.

Por su parte, también en esos días padres y docentes de la Escuela Técnica 2 conocida como “El Chaparral” de la localidad bonaerense de Bernal, se autoconvocaron en estas horas para juntar firmas y presentarlas en la Fiscalía a raíz de las continuas falsas amenazas de bomba que reciben desde hace meses.

Las amenazas de bomba son casi continuas desde hace varios meses, dijo una docente que prefirió no identificarse. A raíz de esta situación y para no perder horas de clases, los docentes decidieron enseñar en la calle mientras duran los operativos que deben efectuarse para revisar el establecimiento. La escuela cuyo nombre es Paula Albarracín de Sarmiento pero conocida como “El Chaparral” es una de las más prestigiosas en su rubro de la zona sur del conurbano, tiene 68 años de vida y está situada en las avenidas Cramer y Espora.

Lo que viene ocurriendo este año excede toda capacidad de comprensión. Lo cierto es que desde principios del mes de septiembre pasado se recibieron más de 2.600 amenazas de bomba contra escuelas de la provincia de Buenos Aires.

Con la salvedad de un solo caso en el que los policías intervinientes detectaron una granada, el resto de las advertencias se tradujo en llamadas falsas, muchas de ellas asociadas a actitudes de alumnos que buscaban suspender las clases y así evitar un eventual examen, aunque también se analizaron semanas atrás actualidad presunciones que asignaban a determinados grupos políticos la intención de crear climas negativos o confusos, en jornadas que entonces eran previas a la realización de elecciones de renovación legislativa.

Desde luego que las amenazas de bomba no constituyen un fenómeno que sólo afecta a la comunidad educativa. Al margen de que también obligan a mantener a los hospitales y centros de salud en alerta, son las familias y es la convivencia de toda la sociedad las que se encuentran involucradas, frente a episodios que siempre generan temores e incertidumbres.

Tampoco son nuevas las amenazas de bomba a las sedes escolares. Nuestra ciudad sufrió hace años este flagelo. Se trata de un fenómeno muy nocivo, promovido a veces por menores que no tienen cabal conciencia de lo que hacen o, por el contrario, por adultos que apuntan a otras finalidades.

No caben dudas de que –además de las medidas preventivas y eventualmente sancionatorias que deban impulsar la Justicia y las fuerzas de seguridad- es la generación de una fuerte conciencia social la que podrá disminuir y frenar esta lamentable modalidad.

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